lunes, 11 de noviembre de 2013

BIENIO RADICAL-CEDISTA


      • LAS ELECCIONES DE NOVIEMBRE DE 1933
      • LA ORIENTACIÓN DEL VOTO
      • LOS RESULTADOS ELECTORALES
      • LOS PARTIDOS TRIUNFADORES
      • PRIMEROS GOBIERNOS DE LA DERECHA REPUBLICANA
      • EL PRIMER GOBIERNO DE LERROUX. UN EXCESO DE MODERACIÓN
      • LAS IZQUIERDAS, HACIA LA REVOLUCIÓN
      • LA ENTRADA DE LA CEDA EN EL GOBIERNO. REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934
      • UN BALANCE DE ESTERILIDAD
      • HACIA UNA RUPTURA IRREPARABLE
      • LA CRISIS DEL SEGUNDO BIENIO
      • LAS TENDENCIAS EXTREMISTAS
      • EL FRENTE POPULAR Y LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936
      • LA PENDIENTE HACIA LA GUERRA CIVIL
      • Las elecciones de noviembre de 1933
      • La orientación del voto
La consulta electoral de 1933 se desarrolló en un ambiente de gran entusiasmo por parte de los contendientes. La Ley Electoral vigente favorecía sobre todo las alianzas y esto lo tuvieron muy en cuenta las derechas. Éstas elaboraron un programa de reivindicaciones mínimas que incluía la reforma de la Constitución de 1931 y de las leyes derivadas de ella, sobre todo en cuestiones religiosas y agrarias. Existía también un grupo de centro-derecha que tenía sus esperanzas en el Partido Radical, y estaba decidido a lograr que el socialismo no siguiera colaborando en las tareas de gobierno y a integrar a la derecha en la República.
El panorama de la izquierda era muy diferente. Los anarquistas, que habían participado en las elecciones de 1931, ahora optaron por la abstención. En cuanto a los socialistas y republicanos de izquierda no hubo colaboración entre ellos, estando más divididos que nunca.
      • Los resultados electorales
Se demostró una tendencia derechista clara pero no aplastante en cuanto a número de votos, pero en cuanto a escaños, debido al sistema electoral: 200 escaños para las derechas (más de la mitad para la CEDA); el centro, unos 160, de los cuales un centenar eran del Partido Radical; izquierdas, sólo 100 (60 socialistas y 40 republicanos). La debilidad de los partidos específicamente republicanos era notoria.
Las dos grandes figuras triunfadoras de estas elecciones fueron Alejandro Lerroux (Partido Radical) y Jose María Gil Robles (CEDA), que tenían tras de sí un apoyo popular mayoritario y una doctrina política. Las demás agrupaciones carecían de alguna promesa electoral trascendente que llevar a cabo.
      • Los partidos triunfadores
      • El Partido Radical
El radicalismo había dejado de ser demagógico y extremista, pero no había elaborado un programa de recambio y así consideraba mayoritariamente al poder como fin en sí mismo. Al final de la etapa de gobierno reapareció el problema de la inmoralidad de algunos de los dirigentes del partido.
En el terreno ideológico, los nuevos radicales no representaban ninguna innovación, pero si eran diferentes en cuanto a formación y moralidad administrativa. Su ideario consistía en grandes conceptos como democracia, libertad, laicismo y antimarxismo.
La unidad del Partido Radical estribaba en su líder, Alejandro Lerroux, hombre de talante moderado y dotado de una gran habilidad política, con un gran deseo de estabilizar el régimen republicano.
      • La CEDA
La Confederación de Derechas Autónomas (CEDA) constituía una versión española de los partidos católicos existentes en el extranjero. Sus orígenes están en las primeras elecciones de la República, cuando Herrera Oria fundó Acción Nacional, que más tarde se llamaríaAcción Popular. Poseía un ideario clerical y conservador, basado en la defensa de la región, el orden y la propiedad. Su voluntad de no pronunciarse respecto a la forma de gobierno le había permitido agrupar a quienes eran sentimentalmente monárquicos, pero también a los republicanos de hecho.
Tras la celebración de dos congresos, en oct de 1932 y mar de 1933, la CEDA quedó configurada como una organización política que servía de mecanismo de defensa del catolicismo. La CEDA agrupaba personas de muy diferentes ámbitos, por lo que los conflictos internos y las dificultades eran patentes, estorbando la acción del sector dirigente del partido. Si se mantenía la unidad a pesar de todo fue debido a la personalidad de su líder, Jose María Gil Robles, catedrático de Derecho Político y gran orador.
      • Primeros gobiernos de la derecha republicana
      • El primer gobierno de Lerroux. Un exceso de moderación.
Las medidas propuestas por Lerroux fueron oportunistas y conservadoras pero no reaccionarias. En lo referente al tema religioso, Lerroux trató de apaciguar los ánimos por dos procedimientos: un intento de Concordato con la Santa Sede, que fracasó porque el Vaticano estaba esperando a que la CEDA ocupara el poder, y la dotación del clero rural, medida que resultaba anticonstitucional ya que se había prometido la supresión del presupuesto del clero.
Socialmente, se derogaron una serie de decretos, como la Reforma Agraria o la Ley de Términos Municipales, y se les devolvió a los nobles las propiedades confiscadas como consecuencia del fallido golpe de estado de 1932.
Desde un principio, la CEDA mostró su reticencia ante lo que consideraba debilidad en la tarea de rectificación de la gestión realizada por el primer bienio republicano. Tras estos ataques, el Partido Radical-Demócrata se escindió de los radicales de la mano de Diego Martínez Barrio.
Por otro lado, también por motivos políticos se produjo un enfrentamiento entre Lerroux y el Presidente de la República, Alcalá Zamora, por la cuestión de la amnistía. Ante esta actitud, Gil Robles pretendió destituir al A. Zamora, pero Lerroux se negó a seguirle por ese camino. El conflicto se resolvió a favor de la ley de amnistía, aunque provocó un alejamiento temporal de Lerroux del poder.
      • Las izquierdas hacia la revolución
El encargado de sustituir a Lerroux fue Ricardo Samper Ibáñez, y los problemas se multiplicaban, puesto que a la difícil colaboración entre radicales y cedistas se sumaba la actitud combativa de la izquierda socialista y republicana.
Desde que los socialistas perdieron el poder, algunos de sus líderes, especialmente Largo Caballero e Indalecio Prieto, habían mostrado una clara proclividad revolucionaria, y no escondían sus propósitos subversivos. En el verano de 1934, el movimiento socialista campesino se lanzó a una huelga motivada no sólo por el descenso de los salarios agrícolas sino también por el maximalismo de la clase dirigente. El gobierno logró liquidar con facilidad la subversión porque ésta no tenía el apoyo del sindicalismo urbano.
Mucho más grave fue el conflicto que se suscitó en Cataluña entre el gobierno republicano y el Presidente de la Generalitat, Lluís Companys. El conflicto tuvo su origen en la cuestión agrícola de los rabassaires (arrendatarios) que, en virtud del contrato de la rabassa morta, pagaba una parte alícuota de las primeras cepas al propietario de la tierra. La ley de contratos de cultivo, aprobada por un Parlamento Catalán en el que predominaba la Esquerra, tenía como objetivo permitir a los rabassaires el acceso a la propiedad de las tierras arrendadas. El problema surgió al suscitarse la cuestión de si la regulación de los contratos de cultivo correspondía al derecho civil -y entonces era competencia autonómica- o al social, siendo en este caso el Parlamento de Madrid el encargado de regular la materia. Inmediatamente antes de la revolución de octubre, A. Zamora inició unas negociaciones con los catalanistas para intentar llegar a un acuerdo sobre esta cuestión.
También en el País Vasco se agudizó el conflicto autonómico en los primeros meses del bienio radical-cedista, al plantearse en las Cortes, a comienzos de 1934, la cuestión del Estatuto Vasco. Los nacionalistas vascos recibieron las mismas negativas que en el anterior período republicano.
      • La entrada de la CEDA en el gobierno. La revolución de octubre de 1934
Los sucesos en Cataluña y País Vasco impulsaron a Gil Robles a un cambio de postura y pidió que la CEDA se incorporara al gobierno. Esto suscitó las consiguientes críticas, puesto que un partido que nunca se había declarado republicano no debería entrar en el gobierno. El Presidente de la República, A. Zamora, concedió a la CEDA las carteras ministeriales de Justicia, Agricultura y Trabajo.
      • La violenta reacción de la izquierda
Los grupos republicanos de izquierda protestaron acerbadamente ante la entrada de la CEDA en el gobierno y afirmaron romper la solidaridad con las instituciones de un régimen que había sido traicionado. Había republicanos que estaban dispuestos a volver al poder por medio de la violencia. La entrada de la CEDA en el gobierno produjo un movimiento huelguístico de protesta en toda España.
      • La subversión en Cataluña y Asturias
El presidente de la Generalitat, Lluís Companys, fue rebasado por el catalanismo más extremista. El conseller de Gobernación, Dencás, había preparado un golpe de estado catalanista aprovechando la situación y Companys proclamó la República Catalana. La confusión de este movimiento comenzaba por la propia proclamación del presidente, que, para defender la República, proclamaba una anticonstitucional república catalana. Las Alianzas Obreras convocaron huelgas, la CNT se abstuvo y el sindicato rabassaire, por cuya causa se había iniciado el conflicto entre Generalitat y gobierno central, se mantuvo al margen. No es de extrañar que el ejército, que permaneció fiel a las instituciones, liquidara sin dificultades el movimiento catalanista.
Por el contrario los sucesos de Asturias si fueron una auténtica revolución social: ésta era la única región en la que la UGT y la CNT habían pactado una alianza “para abolir el régimen burgués”. Los mineros, relativamente bien armados, lograron apoderarse de la mayor parte de la provincia y sitiaron Oviedo, que en buena medida fue destruido por su dinamita.
Fue necesario recurrir a una verdadera ocupación militar para derrotar a los rebeldes, por medio de una serie de operaciones: cuatro columnas del ejército acabaron derrotando a los mineros, y las pérdidas de vidas humanas fueron considerables, 1500 muertos aprox. Los revolucionarios asesinaron a varias decenas de civiles y se acusó al gobierno de haber realizado 30.000 detenciones, algunas de ellas incluyendo torturas y asesinatos.
El llamamiento a la CEDA para ingresar en el gobierno era lógico, y la izquierda, al no aceptarlo, demostró falta de paciencia y de confianza en sí misma.
      • Las consecuencias de octubre
La liquidación de las consecuencias de octubre fue el tema que provocó más graves conflictos en las Cortes hasta abril de 1935. El primer enfrentamiento lo suscitó la extrema derecha cuando quiso pedir responsabilidades al gobierno por no haber sabido prever el intento revolucionario. Gracias a la habilidad parlamentaria de Gil Robles se pudo evitar la escisión de su propia minoría y la dimisión total del gobierno.
También fueron conflictivas las medidas que se tomaron respecto a Cataluña: los monárquicos propusieron la desaparición del Estatuto, mientas que la CEDA y los radicales se limitaron a suspenderlo temporalmente. Cambó consideraba que aquello era un castigo para todo el pueblo catalán y no sólo para la Esquerra.
      • Un balance de esterilidad
Las dificultades crecientes entre el presidente de la República y la coalición gobernante explican en buena medida la esterilidad de esta etapa. Lo único destacable fue la labor de Manuel Giménez Fernández, ministro de Agricultura de la CEDA, que era partidario de una Reforma Agraria que favoreciera el acceso del campesinado a propiedad de las tierras. Se encontró con una notable oposición en las Cortes, por lo que su proyecto quedó mutilado.
Finalmente, en mayo de 1935 se formó un nuevo gobierno presidido por Lerroux en el que la CEDA ocupaba cinco ministerios; Gil Robles se hizo cargo del ministerio de la Guerra. Parecía el triunfo total de la CEDA y se decía que éste era el único gobierno capaz de mantener la estabilidad de la República. La falta de cohesión interna impidió que se llevaran adelante propuestas comunes como las reformas de la Constitución o de la Ley Electoral. Tampoco Gil Robles en el ministerio de la Guerra logró dotar al ejército de mayores medios técnicos y materiales, objetivo que Azaña había dejado pendiente. Situó en puestos claves del ministerio a los militares africanistas, como Franco o Goded.
Los mayores errores de este gobierno se cometieron en cuestiones sociales. Ante presiones de la propia CEDA, Giménez Fernández fue sustituido por Velayos, del partido agrario, que elaboró una ley de contrarreforma agraria, ley que resultó imposible de llevar a cabo debido a las fórmulas reaccionarias que adoptaba.
      • Hacia una ruptura irreparable
      • La crisis del segundo bienio
Alcalá Zamora pretendía una salida del poder de Lerroux y la formación de un gabinete de coalición para dotar de mayor estabilidad al régimen. Se formó un gobierno presidido por Chapaprieta, que redujo el número de carteras agrupando las de Justicia y Trabajo, y se amplió la mayoría gobernante con un ministro de la Lliga Catalana, Pero las crisis continuas y la ausencia de una labor positiva de gobierno presagiaban que en cualquier momento se podía romper la coalición radical-cedista.
Se empezaron a destapar los escándalos administrativos protagonizados por los radicales. En octubre de 1935 estalló el primero de ello, conocido como el estraperlo, que consistía en la implantación de una ruleta eléctrica en casinos que rozaba la ilegalidad. La mayoría de los implicados, incluido Lerroux, hubo de dimitir, y a todo el asunto se le dio un carácter político que fue utilizado por las izquierdas en contra del gobierno. En noviembre de 1935, otro escándalo administrativo, el llamado caso Nombela, volvía a demostrar la incapacidad de la coalición gubernamental para sacar adelante un programa político.
En esta nueva crisis estaba en juego la posibilidad de que A. Zamora aceptara a Gil Robles como jefe de gobierno, ya que contaba con la minoría parlamentaria más numerosa. Alcalá Zamora no aceptó ningún jefe de gobierno cedista y Gil Robles, indignado, planteó la posibilidad de dar un golpe de estado.
El nuevo jefe de gobierno, Manuel Portela Valladares, intentó crear un partido político de centro descomponiendo los ya existentes. Pero la disolución de las Cortes era inevitable.
      • Las tendencias extremistas
      • Las distintas tendencias del comunismo
Todas las tendencias comunistas de esos tiempos se unificaron en 1935 formando el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). En cuanto al PCE, consideraba que la República tenía un claro significado burgués por lo que era partidario de llevar la revolución hasta una fase ulterior proletaria. A Partir del IV Congreso del partido, celebrado en Sevilla, se produjo un viraje en su seno a fin de eliminar las tradiciones anarquistas del movimiento. Entonces comenzó a surgir un nuevo sector dirigente, encabezado por Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”.
A finales del verano de 1934 el PCE ingresó en las Alianzas Obreras, formadas por iniciativa del POUM, y en las mismas fechas criticaba el revolucionarismo de Largo Caballero, lo que indicaba la progresiva moderación del comunismo, y la radicalización del socialismo.
      • La radicalización del socialismo
Durante la II República se produjo un amplio crecimiento de la base del socialismo, sobre todo en el mundo rural. Esto se debió a la figura deFrancisco Largo Caballero, que se lanzó a la propaganda revolucionaria después de la derrota electoral de 1933.
En el extremo opuesto del partido estaba Julián Besteiro, cuya interpretación del marxismo le llevaba a condenar la revolución violenta en España.
La tercera postura socialista era la representada por Indalecio Prieto, líder de los centristas. Colaboró en la revolución de Asturias de 1934, cosa de la que se arrepintió durante el resto de su vida. Sin oponerse a la revolución, consideraba que ésta podía ser suicida en la España de 1935. Era partidario de lograr una alianza con los republicanos, lo que permitiría un programa común.
De estas tres tendencias, la que parecía dominar a finales de 1935 era la que lideraba L. Caballero.
      • La corriente fascista
En 1931, Ramiro Ledesma Ramos fundó las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista), que decían querer una verdadera revolución social.
Sería Falange Española la que jugaría un papel decisivo en la España del futuro. Fue fundada en octubre de 1933 por José Antonio Primo de Rivera, que, a diferencia de su padre, Miguel P.d.R., era demasiado intelectual para ser un líder fascista. Obtuvo 2 escaños en 1933, gracias sobre todo a una relativa importancia en los medios universitarios.
      • El Frente Popular y las elecciones de febrero de 1936
Azaña consiguió por fin su sueño de formar una federación de izquierdas republicanas, la cual se concretó en el año 1934 con la formación deIzquierda Republicana, que unió a los partidos de esta tendencia. De esta unión de las izquierdas burguesas y del sentido estratégico de Indalecio Prieto nació el Frente Popular, unión de los partidos de izquierdas en la que el PCE tuvo escasa aportación.
El Frente Popular era un intento de reedición de la experiencia republicana del primer bienio; su programa mostraba un amplio plan de gobierno, más avanzado del llevado a cabo desde 1931. La elaboración de sus candidaturas se hizo de una manera ordenada y luchaba contra la corrupción del periodo radical-cedista.
Por su parte, las derechas estaban divididas. La extrema derecha intentó unificarlas en un programa de gobierno común y subversivo, a lo que Gil Robles se negó. Por ello, la CEDA se acercó a los republicanos de centro. Aún así, las derechas no consiguieron hacer una candidatura única ni un programa electoral unido.
El resultado de las elecciones parecía dividir al país en dos tendencias semejantes en cuanto a fuerza: el FP obtuvo 34,4% de los votos, las derechas el 32,2% y el centro el 5,4%. Los anarquistas habían votado, no como en 1933, y las masas populares habían vuelto la espalda a los radicales. También resulto un fracaso la idea de Portela Valladares de crear un partido de centro.
Fracaso tremendo de los partidos situados en los extremos del espectro político: falangistas y comunistas salieron muy mal parados de estas elecciones.
La victoria de las elecciones de febrero de 1936 fue, sin duda, para la postura centro-reformista liderada por Azaña.
      • La pendiente hacia la guerra civil
Portela Valladares dimitió antes de conocerse el resultado de las elecciones, y fue Azaña el que se hizo cargo del gobierno. Sus palabras conciliatorias fueron bien recibidas por las derechas, y parecía que el régimen republicano se podía salvar.
Pero el primer conflicto surgió en el momento de la discusión de las actas electorales. El FP intentó falsear las actas para conseguir más ventaja, hasta el punto de que Indalecio Prieto dimitió de la comisión encargada de las actas.
Otro grave error, fue la destitución del Presidente de la República, A. Zamora, debido a que el procedimiento de destitución fue inadmisible, puesto que al disolver las Cortes, cosa que la izquierda llevaba deseando que se hiciera los dos últimos años, el FP declaró que A. Zamora había obrado mal al disolverlas. Pero peor fue la elección de su sustituto, cargo que recayó en Azaña, dejando así a la única persona que podía salvar a la República con las manos atadas, políticamente hablando. Se puso entonces en la jefatura de gobierno Santiago Casares Quiroga, que se mostró impotente frente al desarrollo de los acontecimientos.
Este Gobierno pretendió hacer ciertas reformas moderadas que consideraba necesarias, como dar validez legal a la ocupación espontánea de las tierras por parte de los campesinos. Pero todo esto se vio desbordado por los desórdenes públicos. Se produjeron ataques a la Guardia Civil, quema de iglesias, huelgas, luchas internas entre socialistas y anarquistas, etc. Largo Caballero consideraba estos desórdenes como una revolución social, pero Indalecio Prieto opinaba que este caos favorecía el florecimiento del fascismo.
Por otra parte, los partidos de derechas se veían desbordados por el extremismo derechista, al que no podían dominar. De hecho, en las Cortes, Gil Robles perdió el poder como líder parlamentario a favor de José Calvo Sotelo, monárquico de extrema derecha, y los jóvenes de a CEDA se pasaban en oleadas a la Falange.
En el mes de julio la posibilidad de una guerra civil parecía inminente. El detonante fue el asesinato de Calvo Sotelo por parte de Guardias de Asalto, y como consecuencia de esto murió el teniente de esta Guardia en represalia. El Gobierno no mandó asesinar al Calvo Sotelo, pero quedó patente que no controlaba a sus propios agentes.
TEMA 16: LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939).
      • CAUSAS
      • LA SUBLEVACIÓN (JULIO 1936)
      • ESPAÑA DIVIDIDA
      • INTERNACIONALIDAD DEL CONFLICTO
      • LA GUERRA. FASES
      • LA GUERRA DE COLUMNAS. BATALLA DE MADRID (JULIO 36-MARZO 37)
      • AVANCE DE LAS FUERZAS SUBLEVADAS. LA CAIDA DEL NORTE E INTENTO OFENSIVO REPUBLICANO (RESTO DE 1937)
      • FRACASO DE LA RESISTENCIA REPUBLICANA (1938)
      • CAIDA DE CATALUÑA Y DE LA ZONA CENTRO. EN FIN DE LA GUERRA (ENERO-MARZO 39)
      • PROCESO POLÍTICO PARALELO
      • EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL FRENTE POPULAR
      • UNIFICACIÓN DE LA ZONA SUBLEVADA
      • CONSECUENCIAS
      • CAUSAS.
Manuel Azaña soñaba con formar una federación de izquierdas republicanas, lo cual fue concretado en el año 1934 con la formación de Izquierda Republicana, que unió a Acción Republicana, la Organización Republicana Gallega Autónoma y los radical-socialistas de Marcelino Domingo. Más tarde, la Unión Republicana agrupó a aquellos radicales que no querían nada con la derecha.
Fue entonces cuando nación el Frente Popular, unió a los partidos de izquierda en el que el Partido Comunista tuvo escasa influencia. El programa del Frente Popular mostraba un amplio plan de gobierno y centralizó la elaboración de las candidaturas que se hicieron de manera disciplinada.
Las derechas estaban divididas y con el sabor amargo de una gestión de gobierno estéril, así que la CEDA intentó un acercamiento a los partidos republicanos de tendencia moderada.
Y llegaron las elecciones de febrero de 1936, en las que los resultados fueron una sorpresa. El país aparecía dividido en dos tendencias semejantes en cuanto a fuerza: en Frente Popular obtuvo el 34.4% de los votos, las derechas el 32.2% y el centro el 5.4%. Estas elecciones fueron el antecedente de la guerra civil, puesto que se enfrentaban en las urnas las dos Españas que unos meses más tarde lo harían en las trincheras.
Tras la dimisión del jefe de gobierno, Pontella Valladares, fue Manuel Azaña, la cabeza visible del Frente Popular, quien se hizo cargo del gobierno. Sus palabras conciliatorias fueron bien recibidas por la CEDA, que se mostró dispuesta a colaborar en el mantenimiento de la estabilidad del régimen republicano.
Al igual que en las otras elecciones de la época republicana, también en éstas hubo corrupción en ambos bandos.
Otro grave error, después de las elecciones, fue la destitución del Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, el 7 de abril de 1936. Como jefe de gobierno fue nombrado Santiago Casares Quiroga.
Si en febrero aún no estaba claramente planteada la posibilidad de una guerra civil, en julio aparecía ya inminente. Sin duda el detonante fue el asesinato del líder de la derecha, José Calvo Sotelo, el 13 de julio en Madrid a manos de guardias de Asalto.
La realidad es que en julio de 1936 la gran mayoría de los españoles ya estaban radicalmente insatisfechos con el sistema político democrático. También hay que tener en cuenta que se quería implantar de manera súbita un sistema democrático en un país un tanto atrasado a los actuales.
      • LA SUBLEVACIÓN (JULIO 1936).
Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 las condiciones de vida en España se habían hecho difíciles.
La conspiración contra la República por parte de la derecha fue plural y desorganizada. A las derechas monárquicas apoyadas por Mussolini se sumaron algunos sectores militares. El más importante de los organizadores de la conspiración fue el general Emilio Mola en Pamplona. Con él estaban el general Manuel Goded, en general Gonzalo Queipo de Llano y el general Guillermo Cabanellas. La participación de Franco no estuvo my clara hasta el final. También colaboraron algunos de los diputados de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) y el principal dirigente de esta agrupación, José María Gil Robles, prestó apoyo económico a ésta con los fondos electorales de su partido.
Entonces no se pensaba en la posibilidad de una guerra civil; se preveía una actuación muy violenta y decidida para conseguir rápidamente el triunfo en Madrid, y el establecimiento de un régimen dictatorial.
Ante la conspiración militar, el gobierno se estaba preparando para un posible golpe de Estado. Para evitar el estallido de una sublevación contra el gobierno del Frente Popular, se tomaron ciertas medidas: se confiaron los mandos militares superiores a gente de confianza, se trasladaron diversos militares sospechosos a posiciones donde pudieran hacer menos daño y se pusieron las fuerzas del orden público de las grandes ciudades en manos de autoridades adictas.
La sublevación se inició en Marruecos el día 17 de julio, y dos días más tarde tomó el mando el general Franco, que se había sublevado sin problemas en Canarias y se había trasladado a Marruecos en un avión inglés alquilado. El 18 de julio el alzamiento comenzó a extenderse por la península.
En Navarra, donde Mola desempeñó un papel decisivo, y en Castilla, regiones católicas y conservadoras por excelencia, los sublevados lograron la victoria fácilmente. En Aragón la sublevación venció en las capitales de provincia. Igual sucedió en Oviedo capital, pero el resto de Asturias estuvo dominado por la izquierda. En Galicia triunfó la sublevación, dado el carácter conservador de la región, pese ala fuerte resistencia de las organizaciones obreras en algunas capitales.
En Andalucía el ambiente era marcadamente izquierdista. La victoria del general Queipo de Llano en Sevilla fue una sorpresa, pero su situación fue muy precaria al principio. Lo mismo sucedió en Cádiz, Granada o Córdoba ya que los barrios obreros ofrecieron resistencia hasta la llegada del ejército de África. La situación fue similar en Extremadura, aunque la ciudad de Cáceres se sublevó.
En Castilla la Nueva y Cataluña la suerte de la sublevación dependió de lo que pudiera suceder en las dos grandes capitales, Madrid y Barcelona: en ambas el ambiente político era izquierdista. En Madrid la conspiración estuvo mal organizada y los sublevados quedaron encerrados en sus cuarteles sin decidirse a salir. En Barcelona salieron, pero las fuerzas del orden público les cerraron el paso.
Las masas proletarias sitiaron el cuartel de la Montaña en Madrid y en Barcelona hostilizaron a los grupos de soldados.
El País Vasco se escindió ante la rebelión: Álava estuvo a favor de ella y Vizcaya y Guipúzcoa en contra. En Valencia los sublevados dudaron mucho y fueron derrotados. En ocasiones, núcleos de resistencia sublevados mantuvieron la resistencia frente a los republicanos , como en Alcázar de Toledo y Nuestra Señora de la Cabeza en Jaén.
      • España dividida.
En aquellos tres días de julio España quedó dividida en dos regiones, unas que se habían sublevado contra el Gobierno y otras que le eran fieles. Las fuerzas de ambos bandos estaban bastante equilibradas. Los sublevados contaban con el ejército de África, la porción más valiosa y técnicamente mejor preparada. El bando contrario contaba con la flota, aunque la oficialidad era muy conservadora y fue eliminada haciendo difícil el correcto empleo de los buques, y con la aviación. Además, el Frente Popular contaba con las capitales más importantes, la industria y las reservas de oro del Banco de España.
      • Intencionalidad del conflicto.
Aunque es cierto que la guerra fue un conflicto interno español, en este se enfrentaban el fascismo y la democracia como ya había sucedido antes en Europa, así que los diversos países se alinearon a un bando u otro. Ambos combatientes reclamaron inmediatamente apoyos de otras potencias internacionales. El gobierno pidió apoyo al gobierno del Frente Popular francés y los rebeldes consiguieron apoyo de Italia y Alemania.
El Frente Popular español contó con el apoyo inicial de Francia y de la URSS. Sin embargo, el temor francés a crear una situación conflictiva en toda Europa frenó su apoyo inicial y se acogió a la política de no intervención aplicada por la Sociedad de Naciones, cerrando su frontera al paso de material bélico. La Unión Soviética, tras comprobar la participación activa y directa de italianos y alemanes rechazó la no intervención y mandó blindados, aviones y equipos de asesores militares. Mientras, los rebeldes recibieron aviones, armamento y combatientes de Italia y Alemania (Legión Cóndor) así como voluntarios portugueses, aparte de otras colaboraciones.
Uno de los principales apoyos que tuvo el gobierno republicano fueron las Brigadas Internacionales, organizadas directamente por Rusia. La Komintern creó un comité internacional para organizar a sus miembros. Participaron en ellas voluntarios de distintos países movidos por sentimientos antifascistas. El centro de reclutamiento estaba en París. El número de voluntarios es difícil de precisar, algunos dicen que 50.000.
Los apoyos a las tropas franquistas vinieron de Italia y Alemania principalmente. La primera envió material y unos 73.000 hombres que formaban unidades militares voluntarias. La ayuda alemana fue de menor aportación humana, pero envió la Legión Cóndor de un centenar de aviones y unos 5.000 hombres. También llegaron instructores para adiestrar a las tropas. Además, el general Franco contó con ayuda de unos 70.000 combatientes marroquíes, muy temidos por el adversario.
En cuanto a la financiación de estas ayudas, el gobierno republicano tuvo que pagar a los soviéticos con las reservas de oro del Banco de España, ya que éstos querían una contrapartida económica inmediata. Las ayudas recibidas por Franco por parte de Italia tuvieron intereses políticos, pero los alemanes no se conformaron con eso y crearon compañías industriales entrando en el capital de sociedades mineras españolas.
      • LA GUERRA. FASES:
      • La guerra de columnas. Batalla de Madrid (julio 36-marzo37)
Entre julio y noviembre de 1936 los límites de las dos zonas en que quedó dividida España no fueron precisos. Inicialmente la lucha fue un enfrentamiento entre agrupaciones de fuerzas de uno y otro bando, en el que uno trataba de ampliar su territorio, y el otro se defendía.
En este periodo la superioridad de los sublevados fue manifiesta. Las tropas del ejército de África fueron empleados sobre todo para forzar el camino a Madrid. También las tropas nacionalistas, con la toma de Irún, aislaron la zona norte de sus adversarios de la zona francesa.
Por otro lado, los éxitos del Frente Popular fueron menos. Su avance desde Cataluña hacia las capitales aragonesas quedó detenido pronto y la expedición dirigida desde Barcelona a las Baleares fracasó. Éstas islas fueron una base importante para el bloqueo de la costa mediterránea y, más adelante, para el bombardeo de Barcelona por las tropas franquistas.
A finales de noviembre de 1936 aumentó la ayuda extranjera y la militarización de la población: en Madrid se crearon las milicias populares por los generales Miaja y Rojo, con la función de defender la ciudad.
Franco vio que era imposible el éxito mediante un ataque frontal a la capital y trató de apoderarse de las comunicaciones, ordenando atacar en dirección a la carretera de La Coruña, hacia el Jarama y por Guadalajara. A pesar de su superioridad cualitativa y a la ayuda de la tropas italianas, un ejército de Franco fue derrotado por primera vez.
Visto que la guerra no podía ganarse en el centro, Franco concentró sus fuerzas en el Norte para derrotar al adversario allí donde era más débil.
      • Avance de las fuerzas sublevadas. La caída del Norte e intento ofensivo republicano ( -1937).
Ésta decisión de atacar el Norte hizo, de modo inevitable, que la guerra se prolongase. La concentración en Vizcaya de lo mejor de las tropas franquistas significó la pérdida de esta provincia. La aviación alemana realizó bombardeos sobre poblaciones que no eran objetivos militares inmediatos, como Durango y Guernica -este último bombardeo fue plasmado en un lienzo enorme por Picasso, donde se demuestra la tremenda brutalidad del ataque.
Por el contrario, la toma de Santander fue mucho más sencilla gracias a la ayuda de las tropas italianas y la mala organización de la resistencia. En cambio, la toma de Asturias resultó mucho más difícil por la tradición izquierdista de la región y lo áspero del terreno, lo que dio lugar a una defensa encarnizada: quedaron grupos guerrilleros incluso cuando acabó su conquista.
Durante el verano de 1937 las tropas del Frente Popular lanzaron tres ofensivas para distraer a las tropas de Franco en Segovia y La Granja (junio), Brunete (julio) y Belchite (agosto), pero fracasaron por no estar coordinadas y porque el ejército republicano parecía estar mejor preparado para la defensa.
      • Fracaso de la resistencia republicana (1938).
Después de tomar Asturias Franco había pensado iniciar una maniobra sobre Madrid desde Guadalajara, pero el ejército popular decidió llevar a cabo una ofensiva de diversión en Teruel, y por primera y única vez una capital de provincia fue conquistada por el ejército popular.
Inmediatamente Franco se lanzó a una contraofensiva en la que su superioridad material en artillería y aviación ya era manifiesta.
Las tropas del general Franco consiguieron recuperar Teruel en febrero de ese año, produciéndose un derrumbamiento del Frente lo que les permitió llegar al Mediterráneo. En menos de dos semanas llegaron a Vinaroz para proseguir avanzando hasta Valencia, pero la dura resistencia defensiva les obligó a quedarse en el Maestrazgo.
Estabilizado el frente, de nuevo el ejército popular tomó la iniciativa cruzando el Ebro frente a Gandesa. Franco se enfrentaba a lo mejor del ejército popular y optó por una batalla frontal con una gran concentración de fuego artillero.
      • Caída de Cataluña y de la zona centro. El fin de la guerra (enero-marzo 39).
La batalla del Ebro acabó por decidir la guerra. El general Franco ocupó Cataluña en febrero de 1939 sin encontrar resistencia. Para muchos republicanos la caída de Cataluña significaba el final definitivo de la guerra. Manuel Azaña ya exiliado en Francia, presentó su dimisión en ese momento. Algo más de medio millón de personas cruzaron la frontera francesa hacia el exilio. Buena parte de ellas jamás regresaría.
Tras la dimisión de Manuel Azaña y la impopularidad del gobierno de Juan Negrín, los mandos militares coincidían en dar por perdida la guerra: en febrero de 1939 Menorca se rindió sin lucha. Pero Juan Negrín pensaba que había que ofrecer un aspecto exterior de resistencia para obtener unas mejores condiciones de paz o para enlazar con una eventual guerra mundial.
A fines del mes de febrero y comienzos de marzo se precipitó la crisis del Frente Popular con el reconocimiento del general Franco por parte de Francia y Gran Bretaña. En la segunda quincena de marzo hubo intentos de negociar el final de la guerra. Pero el general Franco exigió la rendición sin condiciones y el 1 de abril anunció la completa victoria de sus tropas.
      • PROCESO POLÍTICO PARALELO.
      • Evolución política del Frente Popular.
Las divergencias entre los miembros del Frente Popular fueron causadas principalmente por los temas relacionados con la revolución y la constitución del ejército. Las posturas extremas fueron las representadas por el Partido Comunista y los anarquistas.
Los comunistas parecían no apreciar siquiera las oportunidades revolucionarias que se daban objetivamente en España en esos momentos. Defendían la necesidad del control obrero y de una serie de reformas que hubieran podido ser llevadas a cabo en una república democrática. El Partido Comunista logró la adhesión de pequeños propietarios y la de militares que estaban indignados con la ineficacia de las milicias populares.
En cambio, los anarquistas pensaban que la sublevación había creado las condiciones objetivas para el estallido de la revolución. Estos, enemigos del Estado y defensores da ultranza de la revolución, se vieron obligados a participar en el ejercicio del poder, primero en Cataluña y luego en toda España.
En septiembre de 1936, Azaña nombró jefe de gobierno al socialista Francisco Largo Caballero, cuya política fue bastante menos revolucionaria de lo que se esperaba. De hecho se negó a la unificación del PSOE con el partido comunista, impulsó al militarización y siguió una línea independiente. En mayo de 1937 se produjo un conflicto en Barcelona entre la Generalitat y los anarquistas, que acabó con 400 o 500 muertos. Esto produjo la caída de Largo Caballero, al concitarse contra él los comunistas, que criticaban la falta de conocimientos militares del viejo dirigente de UGT.
El sucesor de Largo Caballero fue Juan Negrín, socialista del grupo de Indalecio Prieto. Dada su procedencia política, todo el mundo preveía que iba a operarse un giro hacia la derecha. Los “trece puntos” en los que condensó su programa ante la guerra tuvieron un tono moderado.
Se le llegó a acusar de estar dominado por los comunistas. Pero en realidad Negrín utilizaba a éstos para llevar a cabo su personal política, eso sí, los comunistas adquirieron mayor influencia que nunca. En los últimos meses de la guerra del gobierno de Juan Negrín fue considerado por algunos socialistas como inepto. Estos juicios indican ala desunión del bando republicano. Sin embargo hay que recordar que al final de la guerra los comunistas controlaban la mayor parte de las jefaturas de los ejércitos de tierra, mar y aire, así como las direcciones generales de Seguridad y Carabineros.
      • Unificación de la zona sublevada.
También en el bando franquista existieron corrientes opuestas, pero en él se consiguió la unidad efectivamente. En este bando el sentimiento católico y antirrevolucionario constituyó el factor decisivo de aglutinamiento de los distintos partidos y opiniones.
La sublevación militar provocó la revolución social en el bando republicano. En cambio, el pronunciamiento militar no era antirrepublicano: no sólo los generales Cabanellas o Queipo de Llano, sino también Franco, se manifestaron republicanos en sus primeras proclamas.
Desde el primer momento, en el bando sublevado la unidad fue sentida como necesaria aunque al principio no fuera fácil. A finales de julio de 1936 se estableció una junta militar presidida por el general Cabanellas que pronto se reveló insuficiente como órgano político en incluso militar. Generales monárquicos y africanistas insistieron en la necesidad de lograr una mayor unidad a través de una jefatura única, que debería ser la del general Franco. Se proclamó a Franco jefe del gobierno del Estado, fórmula imprecisa que éste transformó en una verdadera Jefatura del Estado, reduciendo el papel de la junta preexistente al carácter de Junta Técnica del Estado. Además, la guerra civil le convertiría en caudillo, es decir, líder indisputado.
Sin embargo, subsistían problemas de carácter político. En la primavera de 1937 hubo en este bando disidencias que concluyeron con el decreto de Unificación en un partido único de aquellos dos más importantes en la España sublevada: carlistas y falangistas. Los falangistas vieron aumentar sus efectivos en forma de una verdadera avalancha de adhesiones, pero sus dirigentes eran de escasa talla, ya que su fundador, Primo de Rivera, había sido ejecutado en la cárcel de Alicante y su partido estaba formado por jóvenes estudiantes sin experiencia profesional. Por otro lado, los carlistas habían tenido que renunciar a disponer de una academia militar propia, que fue prohibida por Franco.
La figura más destacada del régimen después de Franco fue la de su cuñado Ramón Serrano Súñer, procedente de la derecha de la CEDA. Sus propósitos fueron construir un Estado entre el carlismo y el falanguismo.
En esta primera etapa el único texto constitucional aprobado fue un Fuero del Trabajo que no pasaba de ser una declaración de principios de carácter social.
      • CONSECUENCIAS.
La principal consecuencia de la Guerra Civil española fue la gran cantidad de pérdidas humanas (tal vez más de medio millón), no todas ellas atribuibles a las acciones propiamente bélicas, sino relacionadas con la violencia de la represión ejercida por ambos bandos (por ejemplo en bombardeos a poblaciones civiles).
Otra de las consecuencias importantes fue el elevado número de exiliados producidos por el conflicto, entre los exiliados estuvieron los miembros del gobierno republicano.
En los aspectos económicos, se perdieron las reservas, disminuyó la población activa, se destruyeron infraestructuras, fábricas viviendas, lo que provocó una disminución de la producción y en fin, hundimiento parcial del nivel de la renta.

En cuanto a las consecuencias políticas, la victoria del ejército sublevado fue seguida de una larga dictadura ejercida por el general Francisco Franco que concluyó con su muerte en 1975.

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