- LAS ELECCIONES DE
NOVIEMBRE DE 1933
- LA ORIENTACIÓN DEL VOTO
- LOS RESULTADOS ELECTORALES
- LOS PARTIDOS TRIUNFADORES
- PRIMEROS GOBIERNOS DE LA
DERECHA REPUBLICANA
- EL PRIMER GOBIERNO DE
LERROUX. UN EXCESO DE MODERACIÓN
- LAS IZQUIERDAS, HACIA LA
REVOLUCIÓN
- LA ENTRADA DE LA CEDA EN
EL GOBIERNO. REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934
- UN BALANCE DE ESTERILIDAD
- HACIA UNA RUPTURA
IRREPARABLE
- LA CRISIS DEL SEGUNDO
BIENIO
- LAS TENDENCIAS EXTREMISTAS
- EL FRENTE POPULAR Y LAS
ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936
- LA PENDIENTE HACIA LA
GUERRA CIVIL
- Las elecciones de
noviembre de 1933
- La orientación del voto
La consulta
electoral de 1933 se desarrolló en un ambiente de gran entusiasmo por parte de
los contendientes. La Ley Electoral vigente favorecía sobre todo las alianzas y
esto lo tuvieron muy en cuenta las derechas. Éstas elaboraron un programa de
reivindicaciones mínimas que incluía la reforma de la Constitución de 1931 y de
las leyes derivadas de ella, sobre todo en cuestiones religiosas y agrarias.
Existía también un grupo de centro-derecha que tenía sus esperanzas en el Partido
Radical, y estaba decidido a lograr que el socialismo no siguiera colaborando
en las tareas de gobierno y a integrar a la derecha en la República.
El panorama de la
izquierda era muy diferente. Los anarquistas, que habían participado en las
elecciones de 1931, ahora optaron por la abstención. En cuanto a los
socialistas y republicanos de izquierda no hubo colaboración entre ellos,
estando más divididos que nunca.
- Los resultados electorales
Se demostró una
tendencia derechista clara pero no aplastante en cuanto a número de votos, pero
en cuanto a escaños, debido al sistema electoral: 200 escaños para las derechas
(más de la mitad para la CEDA); el centro, unos 160, de los cuales un centenar
eran del Partido Radical; izquierdas, sólo 100 (60 socialistas y 40
republicanos). La debilidad de los partidos específicamente republicanos era
notoria.
Las dos grandes
figuras triunfadoras de estas elecciones fueron Alejandro Lerroux (Partido
Radical) y Jose María Gil Robles (CEDA), que tenían tras de sí un apoyo popular
mayoritario y una doctrina política. Las demás agrupaciones carecían de alguna
promesa electoral trascendente que llevar a cabo.
- Los partidos triunfadores
- El Partido Radical
El radicalismo
había dejado de ser demagógico y extremista, pero no había elaborado un
programa de recambio y así consideraba mayoritariamente al poder como fin en sí
mismo. Al final de la etapa de gobierno reapareció el problema de la
inmoralidad de algunos de los dirigentes del partido.
En el terreno
ideológico, los nuevos radicales no representaban ninguna innovación, pero si
eran diferentes en cuanto a formación y moralidad administrativa. Su ideario
consistía en grandes conceptos como democracia, libertad, laicismo y
antimarxismo.
La unidad del
Partido Radical estribaba en su líder, Alejandro Lerroux, hombre de
talante moderado y dotado de una gran habilidad política, con un gran deseo de
estabilizar el régimen republicano.
- La CEDA
La Confederación
de Derechas Autónomas (CEDA) constituía una versión española de los
partidos católicos existentes en el extranjero. Sus orígenes están en las
primeras elecciones de la República, cuando Herrera Oria fundó Acción
Nacional, que más tarde se llamaríaAcción Popular. Poseía un ideario
clerical y conservador, basado en la defensa de la región, el orden y la
propiedad. Su voluntad de no pronunciarse respecto a la forma de gobierno le
había permitido agrupar a quienes eran sentimentalmente monárquicos, pero
también a los republicanos de hecho.
Tras la celebración
de dos congresos, en oct de 1932 y mar de 1933, la CEDA quedó configurada como
una organización política que servía de mecanismo de defensa del catolicismo.
La CEDA agrupaba personas de muy diferentes ámbitos, por lo que los conflictos
internos y las dificultades eran patentes, estorbando la acción del sector
dirigente del partido. Si se mantenía la unidad a pesar de todo fue debido a la
personalidad de su líder, Jose María Gil Robles, catedrático de
Derecho Político y gran orador.
- Primeros gobiernos de la
derecha republicana
- El primer gobierno de
Lerroux. Un exceso de moderación.
Las medidas
propuestas por Lerroux fueron oportunistas y conservadoras pero no
reaccionarias. En lo referente al tema religioso, Lerroux trató de apaciguar
los ánimos por dos procedimientos: un intento de Concordato con la Santa Sede,
que fracasó porque el Vaticano estaba esperando a que la CEDA ocupara el poder,
y la dotación del clero rural, medida que resultaba anticonstitucional ya que
se había prometido la supresión del presupuesto del clero.
Socialmente, se
derogaron una serie de decretos, como la Reforma Agraria o la Ley de Términos
Municipales, y se les devolvió a los nobles las propiedades confiscadas como
consecuencia del fallido golpe de estado de 1932.
Desde un principio,
la CEDA mostró su reticencia ante lo que consideraba debilidad en la tarea de
rectificación de la gestión realizada por el primer bienio republicano. Tras
estos ataques, el Partido Radical-Demócrata se escindió de los radicales de la
mano de Diego Martínez Barrio.
Por otro lado, también
por motivos políticos se produjo un enfrentamiento entre Lerroux y el
Presidente de la República, Alcalá Zamora, por la cuestión de la amnistía. Ante
esta actitud, Gil Robles pretendió destituir al A. Zamora, pero Lerroux se negó
a seguirle por ese camino. El conflicto se resolvió a favor de la ley de
amnistía, aunque provocó un alejamiento temporal de Lerroux del poder.
- Las izquierdas hacia la
revolución
El encargado de
sustituir a Lerroux fue Ricardo Samper Ibáñez, y los problemas se
multiplicaban, puesto que a la difícil colaboración entre radicales y cedistas
se sumaba la actitud combativa de la izquierda socialista y republicana.
Desde que los
socialistas perdieron el poder, algunos de sus líderes, especialmente Largo
Caballero e Indalecio Prieto, habían mostrado una clara proclividad
revolucionaria, y no escondían sus propósitos subversivos. En el verano de
1934, el movimiento socialista campesino se lanzó a una huelga motivada no sólo
por el descenso de los salarios agrícolas sino también por el maximalismo de la
clase dirigente. El gobierno logró liquidar con facilidad la subversión porque
ésta no tenía el apoyo del sindicalismo urbano.
Mucho más grave fue
el conflicto que se suscitó en Cataluña entre el gobierno republicano y el
Presidente de la Generalitat, Lluís Companys. El conflicto tuvo su
origen en la cuestión agrícola de los rabassaires (arrendatarios) que, en virtud del contrato de
la rabassa morta, pagaba una parte alícuota de las primeras cepas al
propietario de la tierra. La ley de contratos de cultivo, aprobada
por un Parlamento Catalán en el que predominaba la Esquerra, tenía como
objetivo permitir a los rabassaires el acceso a la propiedad de las tierras
arrendadas. El problema surgió al suscitarse la cuestión de si la regulación de
los contratos de cultivo correspondía al derecho civil -y entonces era
competencia autonómica- o al social, siendo en este caso el Parlamento de
Madrid el encargado de regular la materia. Inmediatamente antes de la
revolución de octubre, A. Zamora inició unas negociaciones con los catalanistas
para intentar llegar a un acuerdo sobre esta cuestión.
También en el País
Vasco se agudizó el conflicto autonómico en los primeros meses del bienio
radical-cedista, al plantearse en las Cortes, a comienzos de 1934, la cuestión
del Estatuto Vasco. Los nacionalistas vascos recibieron las mismas
negativas que en el anterior período republicano.
- La entrada de la CEDA en
el gobierno. La revolución de octubre de 1934
Los sucesos en
Cataluña y País Vasco impulsaron a Gil Robles a un cambio de postura y pidió
que la CEDA se incorporara al gobierno. Esto suscitó las consiguientes
críticas, puesto que un partido que nunca se había declarado republicano no
debería entrar en el gobierno. El Presidente de la República, A. Zamora, concedió
a la CEDA las carteras ministeriales de Justicia, Agricultura y Trabajo.
- La violenta reacción de la
izquierda
Los grupos
republicanos de izquierda protestaron acerbadamente ante la entrada de la CEDA
en el gobierno y afirmaron romper la solidaridad con las instituciones de un
régimen que había sido traicionado. Había republicanos que estaban dispuestos a
volver al poder por medio de la violencia. La entrada de la CEDA en el gobierno
produjo un movimiento huelguístico de protesta en toda España.
- La subversión en Cataluña
y Asturias
El presidente de la
Generalitat, Lluís Companys, fue rebasado por el catalanismo más extremista. El
conseller de Gobernación, Dencás, había preparado un golpe de
estado catalanista aprovechando la situación y Companys proclamó la República
Catalana. La confusión de este movimiento comenzaba por la propia
proclamación del presidente, que, para defender la República, proclamaba una
anticonstitucional república catalana. Las Alianzas Obreras convocaron
huelgas, la CNT se abstuvo y el sindicato rabassaire, por cuya causa se había
iniciado el conflicto entre Generalitat y gobierno central, se mantuvo al
margen. No es de extrañar que el ejército, que permaneció fiel a las
instituciones, liquidara sin dificultades el movimiento catalanista.
Por el contrario
los sucesos de Asturias si fueron una auténtica revolución social: ésta era la
única región en la que la UGT y la CNT habían pactado una alianza “para
abolir el régimen burgués”. Los mineros, relativamente bien armados,
lograron apoderarse de la mayor parte de la provincia y sitiaron Oviedo, que en
buena medida fue destruido por su dinamita.
Fue necesario
recurrir a una verdadera ocupación militar para derrotar a los rebeldes, por
medio de una serie de operaciones: cuatro columnas del ejército acabaron
derrotando a los mineros, y las pérdidas de vidas humanas fueron considerables,
1500 muertos aprox. Los revolucionarios asesinaron a varias decenas de civiles
y se acusó al gobierno de haber realizado 30.000 detenciones, algunas de ellas
incluyendo torturas y asesinatos.
El llamamiento a la
CEDA para ingresar en el gobierno era lógico, y la izquierda, al no aceptarlo,
demostró falta de paciencia y de confianza en sí misma.
- Las consecuencias de
octubre
La liquidación de
las consecuencias de octubre fue el tema que provocó más graves conflictos en
las Cortes hasta abril de 1935. El primer enfrentamiento lo suscitó la extrema
derecha cuando quiso pedir responsabilidades al gobierno por no haber sabido
prever el intento revolucionario. Gracias a la habilidad parlamentaria de Gil
Robles se pudo evitar la escisión de su propia minoría y la dimisión total del
gobierno.
También fueron
conflictivas las medidas que se tomaron respecto a Cataluña: los monárquicos
propusieron la desaparición del Estatuto, mientas que la CEDA y los radicales
se limitaron a suspenderlo temporalmente. Cambó consideraba que aquello era un
castigo para todo el pueblo catalán y no sólo para la Esquerra.
- Un balance de esterilidad
Las dificultades
crecientes entre el presidente de la República y la coalición gobernante
explican en buena medida la esterilidad de esta etapa. Lo único destacable fue
la labor de Manuel Giménez Fernández, ministro de Agricultura de la
CEDA, que era partidario de una Reforma Agraria que favoreciera el acceso del
campesinado a propiedad de las tierras. Se encontró con una notable oposición
en las Cortes, por lo que su proyecto quedó mutilado.
Finalmente, en mayo
de 1935 se formó un nuevo gobierno presidido por Lerroux en el que la CEDA
ocupaba cinco ministerios; Gil Robles se hizo cargo del ministerio de la
Guerra. Parecía el triunfo total de la CEDA y se decía que éste era el único
gobierno capaz de mantener la estabilidad de la República. La falta de cohesión
interna impidió que se llevaran adelante propuestas comunes como las reformas
de la Constitución o de la Ley Electoral. Tampoco Gil Robles en el ministerio
de la Guerra logró dotar al ejército de mayores medios técnicos y materiales,
objetivo que Azaña había dejado pendiente. Situó en puestos claves del
ministerio a los militares africanistas, como Franco o Goded.
Los mayores errores
de este gobierno se cometieron en cuestiones sociales. Ante presiones de la
propia CEDA, Giménez Fernández fue sustituido por Velayos, del partido agrario,
que elaboró una ley de contrarreforma agraria, ley que resultó
imposible de llevar a cabo debido a las fórmulas reaccionarias que adoptaba.
- Hacia una ruptura
irreparable
- La crisis del segundo
bienio
Alcalá Zamora
pretendía una salida del poder de Lerroux y la formación de un gabinete de
coalición para dotar de mayor estabilidad al régimen. Se formó un gobierno
presidido por Chapaprieta, que redujo el número de carteras
agrupando las de Justicia y Trabajo, y se amplió la mayoría gobernante con un
ministro de la Lliga Catalana, Pero las crisis continuas y la ausencia de una
labor positiva de gobierno presagiaban que en cualquier momento se podía romper
la coalición radical-cedista.
Se empezaron a
destapar los escándalos administrativos protagonizados por los radicales. En
octubre de 1935 estalló el primero de ello, conocido como el estraperlo,
que consistía en la implantación de una ruleta eléctrica en casinos que rozaba
la ilegalidad. La mayoría de los implicados, incluido Lerroux, hubo de dimitir,
y a todo el asunto se le dio un carácter político que fue utilizado por las
izquierdas en contra del gobierno. En noviembre de 1935, otro escándalo
administrativo, el llamado caso Nombela, volvía a demostrar la
incapacidad de la coalición gubernamental para sacar adelante un programa
político.
En esta nueva
crisis estaba en juego la posibilidad de que A. Zamora aceptara a Gil Robles
como jefe de gobierno, ya que contaba con la minoría parlamentaria más
numerosa. Alcalá Zamora no aceptó ningún jefe de gobierno cedista y Gil Robles,
indignado, planteó la posibilidad de dar un golpe de estado.
El nuevo jefe de
gobierno, Manuel Portela Valladares, intentó crear un partido
político de centro descomponiendo los ya existentes. Pero la disolución de las
Cortes era inevitable.
- Las tendencias extremistas
- Las distintas tendencias
del comunismo
Todas las
tendencias comunistas de esos tiempos se unificaron en 1935 formando el POUM
(Partido Obrero de Unificación Marxista). En cuanto al PCE,
consideraba que la República tenía un claro significado burgués por lo que era
partidario de llevar la revolución hasta una fase ulterior proletaria. A Partir
del IV Congreso del partido, celebrado en Sevilla, se produjo
un viraje en su seno a fin de eliminar las tradiciones anarquistas del
movimiento. Entonces comenzó a surgir un nuevo sector dirigente, encabezado
por Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”.
A finales del
verano de 1934 el PCE ingresó en las Alianzas Obreras, formadas por
iniciativa del POUM, y en las mismas fechas criticaba el revolucionarismo de Largo
Caballero, lo que indicaba la progresiva moderación del comunismo, y la
radicalización del socialismo.
- La radicalización del
socialismo
Durante la II
República se produjo un amplio crecimiento de la base del socialismo, sobre
todo en el mundo rural. Esto se debió a la figura deFrancisco Largo
Caballero, que se lanzó a la propaganda revolucionaria después de la
derrota electoral de 1933.
En el extremo
opuesto del partido estaba Julián Besteiro, cuya interpretación del
marxismo le llevaba a condenar la revolución violenta en España.
La tercera postura
socialista era la representada por Indalecio Prieto, líder de los
centristas. Colaboró en la revolución de Asturias de 1934, cosa de la que se
arrepintió durante el resto de su vida. Sin oponerse a la revolución,
consideraba que ésta podía ser suicida en la España de 1935. Era partidario de
lograr una alianza con los republicanos, lo que permitiría un programa común.
De estas tres
tendencias, la que parecía dominar a finales de 1935 era la que lideraba L. Caballero.
- La corriente fascista
En 1931, Ramiro
Ledesma Ramos fundó las JONS (Juntas de Ofensiva
Nacional-Sindicalista), que decían querer una verdadera revolución social.
Sería Falange
Española la que jugaría un papel decisivo en la España del futuro. Fue
fundada en octubre de 1933 por José Antonio Primo de Rivera, que, a
diferencia de su padre, Miguel P.d.R., era demasiado intelectual para ser un
líder fascista. Obtuvo 2 escaños en 1933, gracias sobre todo a una relativa
importancia en los medios universitarios.
- El Frente Popular y las
elecciones de febrero de 1936
Azaña consiguió por
fin su sueño de formar una federación de izquierdas republicanas, la cual se
concretó en el año 1934 con la formación deIzquierda Republicana, que
unió a los partidos de esta tendencia. De esta unión de las izquierdas
burguesas y del sentido estratégico de Indalecio Prieto nació el Frente
Popular, unión de los partidos de izquierdas en la que el PCE tuvo escasa
aportación.
El Frente Popular
era un intento de reedición de la experiencia republicana del primer bienio; su
programa mostraba un amplio plan de gobierno, más avanzado del llevado a cabo
desde 1931. La elaboración de sus candidaturas se hizo de una manera ordenada y
luchaba contra la corrupción del periodo radical-cedista.
Por su parte, las
derechas estaban divididas. La extrema derecha intentó unificarlas en un
programa de gobierno común y subversivo, a lo que Gil Robles se negó. Por ello,
la CEDA se acercó a los republicanos de centro. Aún así, las derechas no
consiguieron hacer una candidatura única ni un programa electoral unido.
El resultado de las
elecciones parecía dividir al país en dos tendencias semejantes en cuanto a
fuerza: el FP obtuvo 34,4% de los votos, las derechas el 32,2% y el centro el
5,4%. Los anarquistas habían votado, no como en 1933, y las masas populares
habían vuelto la espalda a los radicales. También resulto un fracaso la idea de
Portela Valladares de crear un partido de centro.
Fracaso tremendo de
los partidos situados en los extremos del espectro político: falangistas y
comunistas salieron muy mal parados de estas elecciones.
La victoria de las
elecciones de febrero de 1936 fue, sin duda, para la postura centro-reformista
liderada por Azaña.
- La pendiente hacia la
guerra civil
Portela Valladares
dimitió antes de conocerse el resultado de las elecciones, y fue Azaña el que
se hizo cargo del gobierno. Sus palabras conciliatorias fueron bien recibidas
por las derechas, y parecía que el régimen republicano se podía salvar.
Pero el primer
conflicto surgió en el momento de la discusión de las actas electorales. El FP
intentó falsear las actas para conseguir más ventaja, hasta el punto de que
Indalecio Prieto dimitió de la comisión encargada de las actas.
Otro grave error,
fue la destitución del Presidente de la República, A. Zamora, debido a que el
procedimiento de destitución fue inadmisible, puesto que al disolver las
Cortes, cosa que la izquierda llevaba deseando que se hiciera los dos últimos
años, el FP declaró que A. Zamora había obrado mal al disolverlas. Pero peor
fue la elección de su sustituto, cargo que recayó en Azaña, dejando así a la
única persona que podía salvar a la República con las manos atadas,
políticamente hablando. Se puso entonces en la jefatura de gobierno Santiago
Casares Quiroga, que se mostró impotente frente al desarrollo de los
acontecimientos.
Este Gobierno
pretendió hacer ciertas reformas moderadas que consideraba necesarias, como dar
validez legal a la ocupación espontánea de las tierras por parte de los
campesinos. Pero todo esto se vio desbordado por los desórdenes públicos. Se
produjeron ataques a la Guardia Civil, quema de iglesias, huelgas, luchas
internas entre socialistas y anarquistas, etc. Largo Caballero consideraba
estos desórdenes como una revolución social, pero Indalecio Prieto opinaba que
este caos favorecía el florecimiento del fascismo.
Por otra parte, los
partidos de derechas se veían desbordados por el extremismo derechista, al que
no podían dominar. De hecho, en las Cortes, Gil Robles perdió el poder como líder
parlamentario a favor de José Calvo Sotelo, monárquico de extrema
derecha, y los jóvenes de a CEDA se pasaban en oleadas a la Falange.
En el mes de julio
la posibilidad de una guerra civil parecía inminente. El detonante fue el
asesinato de Calvo Sotelo por parte de Guardias de Asalto, y como consecuencia
de esto murió el teniente de esta Guardia en represalia. El Gobierno no mandó
asesinar al Calvo Sotelo, pero quedó patente que no controlaba a sus propios
agentes.
TEMA 16: LA
GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1936-1939).
- CAUSAS
- LA SUBLEVACIÓN (JULIO
1936)
- ESPAÑA DIVIDIDA
- INTERNACIONALIDAD DEL
CONFLICTO
- LA GUERRA. FASES
- LA GUERRA DE COLUMNAS.
BATALLA DE MADRID (JULIO 36-MARZO 37)
- AVANCE DE LAS FUERZAS
SUBLEVADAS. LA CAIDA DEL NORTE E INTENTO OFENSIVO REPUBLICANO (RESTO DE
1937)
- FRACASO DE LA RESISTENCIA
REPUBLICANA (1938)
- CAIDA DE CATALUÑA Y DE LA
ZONA CENTRO. EN FIN DE LA GUERRA (ENERO-MARZO 39)
- PROCESO POLÍTICO PARALELO
- EVOLUCIÓN POLÍTICA DEL
FRENTE POPULAR
- UNIFICACIÓN DE LA ZONA
SUBLEVADA
- CONSECUENCIAS
- CAUSAS.
Manuel Azaña soñaba
con formar una federación de izquierdas republicanas, lo cual fue concretado en
el año 1934 con la formación de Izquierda Republicana, que unió a Acción
Republicana, la Organización Republicana Gallega Autónoma y los
radical-socialistas de Marcelino Domingo. Más tarde, la Unión Republicana
agrupó a aquellos radicales que no querían nada con la derecha.
Fue entonces cuando
nación el Frente Popular, unió a los partidos de izquierda en el que el Partido
Comunista tuvo escasa influencia. El programa del Frente Popular mostraba un
amplio plan de gobierno y centralizó la elaboración de las candidaturas que se
hicieron de manera disciplinada.
Las derechas
estaban divididas y con el sabor amargo de una gestión de gobierno estéril, así
que la CEDA intentó un acercamiento a los partidos republicanos de tendencia
moderada.
Y llegaron las
elecciones de febrero de 1936, en las que los resultados fueron una sorpresa.
El país aparecía dividido en dos tendencias semejantes en cuanto a fuerza: en
Frente Popular obtuvo el 34.4% de los votos, las derechas el 32.2% y el centro
el 5.4%. Estas elecciones fueron el antecedente de la guerra civil, puesto que
se enfrentaban en las urnas las dos Españas que unos meses más tarde lo harían
en las trincheras.
Tras la dimisión
del jefe de gobierno, Pontella Valladares, fue Manuel Azaña, la cabeza visible
del Frente Popular, quien se hizo cargo del gobierno. Sus palabras
conciliatorias fueron bien recibidas por la CEDA, que se mostró dispuesta a
colaborar en el mantenimiento de la estabilidad del régimen republicano.
Al igual que en las
otras elecciones de la época republicana, también en éstas hubo corrupción en
ambos bandos.
Otro grave error,
después de las elecciones, fue la destitución del Presidente de la República,
Niceto Alcalá Zamora, el 7 de abril de 1936. Como jefe de gobierno fue nombrado
Santiago Casares Quiroga.
Si en febrero aún
no estaba claramente planteada la posibilidad de una guerra civil, en julio
aparecía ya inminente. Sin duda el detonante fue el asesinato del líder de la
derecha, José Calvo Sotelo, el 13 de julio en Madrid a manos de guardias de
Asalto.
La realidad es que
en julio de 1936 la gran mayoría de los españoles ya estaban radicalmente
insatisfechos con el sistema político democrático. También hay que tener en
cuenta que se quería implantar de manera súbita un sistema democrático en un
país un tanto atrasado a los actuales.
- LA SUBLEVACIÓN (JULIO
1936).
Tras la victoria
del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 las condiciones de vida
en España se habían hecho difíciles.
La conspiración
contra la República por parte de la derecha fue plural y desorganizada. A las
derechas monárquicas apoyadas por Mussolini se sumaron algunos sectores
militares. El más importante de los organizadores de la conspiración fue el
general Emilio Mola en Pamplona. Con él estaban el general Manuel Goded, en
general Gonzalo Queipo de Llano y el general Guillermo Cabanellas. La
participación de Franco no estuvo my clara hasta el final. También colaboraron
algunos de los diputados de la CEDA (Confederación Española de Derechas
Autónomas) y el principal dirigente de esta agrupación, José María Gil Robles,
prestó apoyo económico a ésta con los fondos electorales de su partido.
Entonces no se
pensaba en la posibilidad de una guerra civil; se preveía una actuación muy
violenta y decidida para conseguir rápidamente el triunfo en Madrid, y el
establecimiento de un régimen dictatorial.
Ante la
conspiración militar, el gobierno se estaba preparando para un posible golpe de
Estado. Para evitar el estallido de una sublevación contra el gobierno del
Frente Popular, se tomaron ciertas medidas: se confiaron los mandos militares
superiores a gente de confianza, se trasladaron diversos militares sospechosos
a posiciones donde pudieran hacer menos daño y se pusieron las fuerzas del
orden público de las grandes ciudades en manos de autoridades adictas.
La sublevación se
inició en Marruecos el día 17 de julio, y dos días más tarde tomó el mando el
general Franco, que se había sublevado sin problemas en Canarias y se había
trasladado a Marruecos en un avión inglés alquilado. El 18 de julio el
alzamiento comenzó a extenderse por la península.
En Navarra, donde
Mola desempeñó un papel decisivo, y en Castilla, regiones católicas y conservadoras
por excelencia, los sublevados lograron la victoria fácilmente. En Aragón la
sublevación venció en las capitales de provincia. Igual sucedió en Oviedo
capital, pero el resto de Asturias estuvo dominado por la izquierda. En Galicia
triunfó la sublevación, dado el carácter conservador de la región, pese ala
fuerte resistencia de las organizaciones obreras en algunas capitales.
En Andalucía el
ambiente era marcadamente izquierdista. La victoria del general Queipo de Llano
en Sevilla fue una sorpresa, pero su situación fue muy precaria al principio.
Lo mismo sucedió en Cádiz, Granada o Córdoba ya que los barrios obreros
ofrecieron resistencia hasta la llegada del ejército de África. La situación
fue similar en Extremadura, aunque la ciudad de Cáceres se sublevó.
En Castilla la
Nueva y Cataluña la suerte de la sublevación dependió de lo que pudiera suceder
en las dos grandes capitales, Madrid y Barcelona: en ambas el ambiente político
era izquierdista. En Madrid la conspiración estuvo mal organizada y los sublevados
quedaron encerrados en sus cuarteles sin decidirse a salir. En Barcelona
salieron, pero las fuerzas del orden público les cerraron el paso.
Las masas
proletarias sitiaron el cuartel de la Montaña en Madrid y en Barcelona
hostilizaron a los grupos de soldados.
El País Vasco se
escindió ante la rebelión: Álava estuvo a favor de ella y Vizcaya y Guipúzcoa
en contra. En Valencia los sublevados dudaron mucho y fueron derrotados. En
ocasiones, núcleos de resistencia sublevados mantuvieron la resistencia frente
a los republicanos , como en Alcázar de Toledo y Nuestra Señora de la Cabeza en
Jaén.
- España dividida.
En aquellos tres
días de julio España quedó dividida en dos regiones, unas que se habían
sublevado contra el Gobierno y otras que le eran fieles. Las fuerzas de ambos
bandos estaban bastante equilibradas. Los sublevados contaban con el ejército
de África, la porción más valiosa y técnicamente mejor preparada. El bando
contrario contaba con la flota, aunque la oficialidad era muy conservadora y fue
eliminada haciendo difícil el correcto empleo de los buques, y con la aviación.
Además, el Frente Popular contaba con las capitales más importantes, la
industria y las reservas de oro del Banco de España.
- Intencionalidad del
conflicto.
Aunque es cierto
que la guerra fue un conflicto interno español, en este se enfrentaban el
fascismo y la democracia como ya había sucedido antes en Europa, así que los
diversos países se alinearon a un bando u otro. Ambos combatientes reclamaron
inmediatamente apoyos de otras potencias internacionales. El gobierno pidió
apoyo al gobierno del Frente Popular francés y los rebeldes consiguieron apoyo
de Italia y Alemania.
El Frente Popular
español contó con el apoyo inicial de Francia y de la URSS. Sin embargo, el
temor francés a crear una situación conflictiva en toda Europa frenó su apoyo
inicial y se acogió a la política de no intervención aplicada por la Sociedad
de Naciones, cerrando su frontera al paso de material bélico. La Unión
Soviética, tras comprobar la participación activa y directa de italianos y
alemanes rechazó la no intervención y mandó blindados, aviones y equipos de
asesores militares. Mientras, los rebeldes recibieron aviones, armamento y
combatientes de Italia y Alemania (Legión Cóndor) así como voluntarios portugueses,
aparte de otras colaboraciones.
Uno de los
principales apoyos que tuvo el gobierno republicano fueron las Brigadas
Internacionales, organizadas directamente por Rusia. La Komintern creó un
comité internacional para organizar a sus miembros. Participaron en ellas
voluntarios de distintos países movidos por sentimientos antifascistas. El
centro de reclutamiento estaba en París. El número de voluntarios es difícil de
precisar, algunos dicen que 50.000.
Los apoyos a las
tropas franquistas vinieron de Italia y Alemania principalmente. La primera
envió material y unos 73.000 hombres que formaban unidades militares
voluntarias. La ayuda alemana fue de menor aportación humana, pero envió la
Legión Cóndor de un centenar de aviones y unos 5.000 hombres. También llegaron
instructores para adiestrar a las tropas. Además, el general Franco contó con
ayuda de unos 70.000 combatientes marroquíes, muy temidos por el adversario.
En cuanto a la
financiación de estas ayudas, el gobierno republicano tuvo que pagar a los
soviéticos con las reservas de oro del Banco de España, ya que éstos querían
una contrapartida económica inmediata. Las ayudas recibidas por Franco por
parte de Italia tuvieron intereses políticos, pero los alemanes no se
conformaron con eso y crearon compañías industriales entrando en el capital de
sociedades mineras españolas.
- LA GUERRA. FASES:
- La guerra de columnas.
Batalla de Madrid (julio 36-marzo37)
Entre julio y
noviembre de 1936 los límites de las dos zonas en que quedó dividida España no
fueron precisos. Inicialmente la lucha fue un enfrentamiento entre agrupaciones
de fuerzas de uno y otro bando, en el que uno trataba de ampliar su territorio,
y el otro se defendía.
En este periodo la
superioridad de los sublevados fue manifiesta. Las tropas del ejército de
África fueron empleados sobre todo para forzar el camino a Madrid. También las
tropas nacionalistas, con la toma de Irún, aislaron la zona norte de sus
adversarios de la zona francesa.
Por otro lado, los
éxitos del Frente Popular fueron menos. Su avance desde Cataluña hacia las
capitales aragonesas quedó detenido pronto y la expedición dirigida desde
Barcelona a las Baleares fracasó. Éstas islas fueron una base importante para
el bloqueo de la costa mediterránea y, más adelante, para el bombardeo de
Barcelona por las tropas franquistas.
A finales de
noviembre de 1936 aumentó la ayuda extranjera y la militarización de la
población: en Madrid se crearon las milicias populares por los generales Miaja
y Rojo, con la función de defender la ciudad.
Franco vio que era
imposible el éxito mediante un ataque frontal a la capital y trató de
apoderarse de las comunicaciones, ordenando atacar en dirección a la carretera
de La Coruña, hacia el Jarama y por Guadalajara. A pesar de su superioridad
cualitativa y a la ayuda de la tropas italianas, un ejército de Franco fue
derrotado por primera vez.
Visto que la guerra
no podía ganarse en el centro, Franco concentró sus fuerzas en el Norte para
derrotar al adversario allí donde era más débil.
- Avance de las fuerzas sublevadas.
La caída del Norte e intento ofensivo republicano ( -1937).
Ésta decisión de
atacar el Norte hizo, de modo inevitable, que la guerra se prolongase. La
concentración en Vizcaya de lo mejor de las tropas franquistas significó la
pérdida de esta provincia. La aviación alemana realizó bombardeos sobre
poblaciones que no eran objetivos militares inmediatos, como Durango y Guernica
-este último bombardeo fue plasmado en un lienzo enorme por Picasso, donde se
demuestra la tremenda brutalidad del ataque.
Por el contrario,
la toma de Santander fue mucho más sencilla gracias a la ayuda de las tropas
italianas y la mala organización de la resistencia. En cambio, la toma de
Asturias resultó mucho más difícil por la tradición izquierdista de la región y
lo áspero del terreno, lo que dio lugar a una defensa encarnizada: quedaron
grupos guerrilleros incluso cuando acabó su conquista.
Durante el verano
de 1937 las tropas del Frente Popular lanzaron tres ofensivas para distraer a
las tropas de Franco en Segovia y La Granja (junio), Brunete (julio) y Belchite
(agosto), pero fracasaron por no estar coordinadas y porque el ejército
republicano parecía estar mejor preparado para la defensa.
- Fracaso de la resistencia
republicana (1938).
Después de tomar
Asturias Franco había pensado iniciar una maniobra sobre Madrid desde
Guadalajara, pero el ejército popular decidió llevar a cabo una ofensiva de
diversión en Teruel, y por primera y única vez una capital de provincia fue
conquistada por el ejército popular.
Inmediatamente
Franco se lanzó a una contraofensiva en la que su superioridad material en
artillería y aviación ya era manifiesta.
Las tropas del
general Franco consiguieron recuperar Teruel en febrero de ese año,
produciéndose un derrumbamiento del Frente lo que les permitió llegar al
Mediterráneo. En menos de dos semanas llegaron a Vinaroz para proseguir
avanzando hasta Valencia, pero la dura resistencia defensiva les obligó a
quedarse en el Maestrazgo.
Estabilizado el
frente, de nuevo el ejército popular tomó la iniciativa cruzando el Ebro frente
a Gandesa. Franco se enfrentaba a lo mejor del ejército popular y optó por una
batalla frontal con una gran concentración de fuego artillero.
- Caída de Cataluña y de la
zona centro. El fin de la guerra (enero-marzo 39).
La batalla del Ebro
acabó por decidir la guerra. El general Franco ocupó Cataluña en febrero de
1939 sin encontrar resistencia. Para muchos republicanos la caída de Cataluña
significaba el final definitivo de la guerra. Manuel Azaña ya exiliado en
Francia, presentó su dimisión en ese momento. Algo más de medio millón de
personas cruzaron la frontera francesa hacia el exilio. Buena parte de ellas
jamás regresaría.
Tras la dimisión de
Manuel Azaña y la impopularidad del gobierno de Juan Negrín, los mandos
militares coincidían en dar por perdida la guerra: en febrero de 1939 Menorca
se rindió sin lucha. Pero Juan Negrín pensaba que había que ofrecer un aspecto
exterior de resistencia para obtener unas mejores condiciones de paz o para
enlazar con una eventual guerra mundial.
A fines del mes de
febrero y comienzos de marzo se precipitó la crisis del Frente Popular con el
reconocimiento del general Franco por parte de Francia y Gran Bretaña. En la
segunda quincena de marzo hubo intentos de negociar el final de la guerra. Pero
el general Franco exigió la rendición sin condiciones y el 1 de abril anunció
la completa victoria de sus tropas.
- PROCESO POLÍTICO PARALELO.
- Evolución política del
Frente Popular.
Las divergencias
entre los miembros del Frente Popular fueron causadas principalmente por los
temas relacionados con la revolución y la constitución del ejército. Las
posturas extremas fueron las representadas por el Partido Comunista y los
anarquistas.
Los comunistas
parecían no apreciar siquiera las oportunidades revolucionarias que se daban
objetivamente en España en esos momentos. Defendían la necesidad del control
obrero y de una serie de reformas que hubieran podido ser llevadas a cabo en
una república democrática. El Partido Comunista logró la adhesión de pequeños
propietarios y la de militares que estaban indignados con la ineficacia de las
milicias populares.
En cambio, los
anarquistas pensaban que la sublevación había creado las condiciones objetivas
para el estallido de la revolución. Estos, enemigos del Estado y defensores da
ultranza de la revolución, se vieron obligados a participar en el ejercicio del
poder, primero en Cataluña y luego en toda España.
En septiembre de
1936, Azaña nombró jefe de gobierno al socialista Francisco Largo Caballero,
cuya política fue bastante menos revolucionaria de lo que se esperaba. De hecho
se negó a la unificación del PSOE con el partido comunista, impulsó al
militarización y siguió una línea independiente. En mayo de 1937 se produjo un
conflicto en Barcelona entre la Generalitat y los anarquistas, que acabó con
400 o 500 muertos. Esto produjo la caída de Largo Caballero, al concitarse
contra él los comunistas, que criticaban la falta de conocimientos militares
del viejo dirigente de UGT.
El sucesor de Largo
Caballero fue Juan Negrín, socialista del grupo de Indalecio Prieto. Dada su
procedencia política, todo el mundo preveía que iba a operarse un giro hacia la
derecha. Los “trece puntos” en los que condensó su programa ante la guerra
tuvieron un tono moderado.
Se le llegó a
acusar de estar dominado por los comunistas. Pero en realidad Negrín utilizaba
a éstos para llevar a cabo su personal política, eso sí, los comunistas
adquirieron mayor influencia que nunca. En los últimos meses de la guerra del
gobierno de Juan Negrín fue considerado por algunos socialistas como inepto.
Estos juicios indican ala desunión del bando republicano. Sin embargo hay que
recordar que al final de la guerra los comunistas controlaban la mayor parte de
las jefaturas de los ejércitos de tierra, mar y aire, así como las direcciones
generales de Seguridad y Carabineros.
- Unificación de la zona
sublevada.
También en el bando
franquista existieron corrientes opuestas, pero en él se consiguió la unidad
efectivamente. En este bando el sentimiento católico y antirrevolucionario
constituyó el factor decisivo de aglutinamiento de los distintos partidos y
opiniones.
La sublevación
militar provocó la revolución social en el bando republicano. En cambio, el
pronunciamiento militar no era antirrepublicano: no sólo los generales
Cabanellas o Queipo de Llano, sino también Franco, se manifestaron republicanos
en sus primeras proclamas.
Desde el primer
momento, en el bando sublevado la unidad fue sentida como necesaria aunque al
principio no fuera fácil. A finales de julio de 1936 se estableció una junta
militar presidida por el general Cabanellas que pronto se reveló insuficiente
como órgano político en incluso militar. Generales monárquicos y africanistas
insistieron en la necesidad de lograr una mayor unidad a través de una jefatura
única, que debería ser la del general Franco. Se proclamó a Franco jefe
del gobierno del Estado, fórmula imprecisa que éste transformó en una
verdadera Jefatura del Estado, reduciendo el papel de la junta preexistente al
carácter de Junta Técnica del Estado. Además, la guerra civil le convertiría
en caudillo, es decir, líder indisputado.
Sin embargo,
subsistían problemas de carácter político. En la primavera de 1937 hubo en este
bando disidencias que concluyeron con el decreto de Unificación en un partido
único de aquellos dos más importantes en la España sublevada: carlistas y
falangistas. Los falangistas vieron aumentar sus efectivos en forma de una
verdadera avalancha de adhesiones, pero sus dirigentes eran de escasa talla, ya
que su fundador, Primo de Rivera, había sido ejecutado en la cárcel de Alicante
y su partido estaba formado por jóvenes estudiantes sin experiencia
profesional. Por otro lado, los carlistas habían tenido que renunciar a
disponer de una academia militar propia, que fue prohibida por Franco.
La figura más
destacada del régimen después de Franco fue la de su cuñado Ramón Serrano
Súñer, procedente de la derecha de la CEDA. Sus propósitos fueron construir un
Estado entre el carlismo y el falanguismo.
En esta primera
etapa el único texto constitucional aprobado fue un Fuero del Trabajo que no
pasaba de ser una declaración de principios de carácter social.
- CONSECUENCIAS.
La principal
consecuencia de la Guerra Civil española fue la gran cantidad de pérdidas
humanas (tal vez más de medio millón), no todas ellas atribuibles a las
acciones propiamente bélicas, sino relacionadas con la violencia de la
represión ejercida por ambos bandos (por ejemplo en bombardeos a poblaciones
civiles).
Otra de las
consecuencias importantes fue el elevado número de exiliados producidos por el
conflicto, entre los exiliados estuvieron los miembros del gobierno
republicano.
En los aspectos
económicos, se perdieron las reservas, disminuyó la población activa, se
destruyeron infraestructuras, fábricas viviendas, lo que provocó una
disminución de la producción y en fin, hundimiento parcial del nivel de la
renta.
En cuanto a las
consecuencias políticas, la victoria del ejército sublevado fue seguida de una
larga dictadura ejercida por el general Francisco Franco que concluyó con su
muerte en 1975.
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