lunes, 11 de noviembre de 2013

MAX SCHELER


Vida. Nació en Munich 1874 y murió en 1928 de una familia proveniente de Franconia. Sus antecesores de línea paterna habían residido desde el siglo XVI en Coburgo; entre ellos se encuentran pastores protestantes y juristas que ocupaban altos cargos. Su padre, un campesino bárbaro, al casarse se convirtió al catolicismo, del lado materno desciende de una familia judía.
Cursó sus estudios medios en Luitpold y en Ludwig-Gymnasium de Munich. Bajo la influencia del capellán del liceo se convirtió al catolicismo, a los quince años se hizo bautizar.
Terminados los estudios de humanidades, siguió primero cursos de filosofía y de ciencias en su ciudad natal. En 1901 inicia Scheler su actividad docente en la Universidad de Jena y después en las Universidades de Munich y Colonia, es en este mismo año cuando tiene su primer contacto y conocimiento personal con Husserl hasta el punto de llegar a ser su discípulo.
Max Scheler fue también discípulo de Eucken, pero adoptó pronto el método fenomenológico, aplicándolo a esferas que Husserl había dejado inéditas. Recibió también influencias de Bergson y de Dilthey. "Los filósofos que más poderosamente gravitaron su pensamiento fueron Nietzsche y San Agustín". Primeramente triunfa en Scheler San Agustín contra Nietzsche, e inclusive se convierte al catolicismo, cuyos sacramentos recibió con toda solemnidad en la pascua de 1916.
Critica a Nietzsche y desarrolla un riguroso pensamiento personalista y teísta. En 1925 se apartó de la Iglesia y se hundió cada vez más en la heterodoxia. Es el triunfo de Nietzsche sobre San Agustín. Cambia la dirección de su pensamiento, reconoce la preponderancia de los instintos y la impotencia del espíritu y desemboca en una especie de panteísmo evolucionista.
Obras. Las obras más representativas son:
"El Resentimiento y el juicio moral de los valores", "El Formalismo en la Ética y la Ética Material de los Valores", "Esencia y Formas de la Simpatía", "La Crisis de los Valores", "De lo Eterno en el Hombre", "Las Formas de Saber y la Sociedad", "El Puesto del Hombre en el Cosmos y Concepción Filosófica del Mundo".
Pensamiento. Su pensamiento, tan agudo y claro no es metafísico en sentido estricto y, además, esto tiene la consecuencia de que carece de unidad sistemática, sus visiones geniales iluminan diferentes zonas de la realidad, usa la fenomenología como conocimiento de esencias y prepara el camino para una metafísica actual, ha concentrado su atención en los temas del hombre y de su vida.
"Max Scheler propugna una ética basada en los valores. Estos valores, en cuanto a entidades ideales, se presentan como universales y necesarios. A través de la intuición el ser humano descubre tales valores de un modo natural; el resultado de esta intuición de los valores lo llama Scheler "Sentimiento de Valor". Los valores se nos presentan, pues, de un modo intuitivo, no racional y, además, de forma individual y colectiva".
El ser humano asume el sentimiento de un valor y ante ello, puede aceptarlo, criticarlo o realizarlo. Para él, hay en el individuo un sentido dinámico de la persona, en tanto que lleva a cabo aquellos valores que cree útil y necesario realizarlos. La función del valor reside, por tanto, en que da sentido a los actos del ser humano.
La Fenomenología está dividida en tres partes principales, que corresponden a las tres fases más importantes de la conciencia.
"La primera de éstas fases es la conciencia, es decir, la Conciencia del objeto como cosa sensible que se opone al sujeto; la segunda fase es la de la Autoconciencia, que trata con gran amplitud el problema de la conciencia social; la tercera fase es la de la Razón, a la que se presenta como la síntesis o unidad de las fases precedentes en un nivel superior, en otras palabras, la razón es la síntesis de la objetividad y la subjetividad".
ACTUALIDAD DEL PENSAMIENTO
Al hablar de consecuencias de la fenomenología para el mundo de hoy, hay que comenzar por situarlas en el plano intelectual y de conceptos lógicos, pero no de contextura social o práctica.
Sin duda que la fenomenología le ha inyectado vida a las ciencias, oxigenando las estructuras que las caracteriza, pero pasar a cuantificar y a enumerar las consecuencias y efectos de esta disciplina para nuestro tiempo es sumamente difícil.
Concebir al mundo, las cosas, y el hombre como fenómenos es hacerlos objetos de conocimiento. Posibilidad de conocimiento, y este es un avance fenomenológico en cuanto que quita el mito y el carácter sagrado o prohibido a muchos, que antes históricamente no podían ser escrutados e investigados, esto permite que la ciencia crezca y el acercamiento a la verdad aumente, porque la fenomenología no tiene prejuicios.
La fenomenología acaba con las verdades terminantes y definitivas y empieza a darle paso a la especulación, a la investigación, a la duda, al replanteamiento, en el fenómeno cabe todo esto.
Teniendo en cuenta que esta fenomenología no tiene fronteras, sino que puede llegar a todas las disciplinas de conocimiento, se puede concluir que su gran riqueza es la de posibilitar el método científico en todos los ramos del saber y acercar a la verdad.
Además, hay que entender que la fenomenología es nueva, apenas aprende a identificarse, se están descubriendo sus aplicaciones, se está identificando, por lo tanto, hablar de consecuencia en el día de hoy puede sonar apresurado y carecer de objetividad, porque tales consecuencias apenas se pueden estar gestando.
Para poner en marcha el método fenomenológico hay que adoptar un actitud radical, esto es la de la 'suspensión' del 'mundo natural'. De esta manera, podría decirse que la creencia en la realidad del mundo natural así como las proposiciones que dan lugar a esas creencias, son colocadas 'entre paréntesis'. No se trata, pues, de negar la realidad natural (lo cual diferencia este método del escepticismo clásico). El método propone colocar un nuevo 'signo' a la 'actitud natural', lo que significa abstenerse respecto a la existencia espacio-temporal del mundo.
En síntesis, el método fenomenológico, consiste en:
  • Examinar todos los contenidos de la conciencia
  • Determinar si tales contenidos son reales, ideales, imaginarios, etc.
  • Suspender la conciencia fenomenológica, de manera tal que resulta posible atenerse a lo dado en cuanto a tal y describirlo en su pureza
La fenomenología, no presupone nada: ni el sentido común, ni el mundo natural, ni las proposiciones científicas, ni las experiencias psicológicas. Se coloca antes de cualquier creencia y de todo juicio para explorar simplemente lo dado. Podría considerarse este método como un positivismo absoluto.
Sin embargo, el método dialéctico y el estudio del sistema social en sus dimensiones históricas y estructurales tienen una importancia mayor en la investigación participativa. En lo que se refiere al carácter individualista del método fenomenológico, se opone directamente al método de investigación participativa.
Por otra parte, el primero es meramente descriptivo, mientras que el método participativo busca la interpretación de los datos cualitativos y cuantitativos, al interior y exterior de la realidad inmediata, por parte de los sujetos involucrados, tanto los investigadores como los demás participantes. Es decir, en la investigación participativa el investigador coadyuva en el proceso de describir y estructurar el significado que los involucrados dan a sus propios problemas, a los hechos y procesos sociales, desde su situación social, para formular, conjuntamente, un plan de acción para transformar esa realidad.
En este sentido es contrario, entonces, al método fenomenológico en el que el investigador trata de describir la, realidad vivida por otras personas.
De entre el Círculo de jóvenes fenomenólogos que se expandió desde Gotinga a la sombra de Husserl en las dos primeras décadas del siglo XX fue A. Reinach (1883-1914) quien, pese a su corta vida, dejó una estela más duradera. A ello coadyuvaban su colaboración próxima con Husserl como Privatdozent, sus dotes particulares para la exposición y el magisterio, así como la presentación de un esbozo de Fenomenología realista, al que se adherirían más fácilmente los otros fenomenólogos una vez que se apartaron del sesgo idealista de Husserl a partir de Ideen en 1913 (así se advierte por ejemplo en las notas biográficas de Edith Stein). El propio Husserl, que avaló las tesis defendidas por Reinach en su Escrito de Habilitación de 1908, sobre Naturaleza y teoría del juicio, se refirió en tres ocasiones elogiosamente al cultivo de la Fenomenología por el discípulo (la última con ocasión de su muerte). Ciertamente, los esbozos de Reinach requerían desarrollos y ramificaciones, que en parte se vieron cumplidos en sus sucesores: así, R. Ingarden estudió el problema de la causalidad en el mundo efectivo, A. Pfänder elaboró una Ética sobre base fenomenológica, la Axiología encontró expresión acabada en M. Scheler, H. Reiner, N. Hartmann y D. Von Hildebrand, pero no parece fácil situarlos sin su primer anuncio por Reinach.
Esta Introducción a Reinach se divide en los cuatro núcleos que vertebran la obra de este autor:
a) la causalidad y el movimiento;
b) la percepción y el juicio;
c) los conceptos éticos, y
d) los actos sociales y jurídicos.
Pero a su vez la noción más original de Reinach, en la que se coordinan aquellos tratamientos y sobre la que se asienta su Fenomenología realista, es la de estado de cosas.
En primer lugar, la causalidad incluye un enlace necesario entre dos términos, que Reinach investiga entre las modalidades de juicios en diálogo con Hume y Kant. Pero a diferencia de estos autores, no ubica la necesidad en la belief ni en el modo categorial de enlace, sino en el estado de cosas subyacente al juicio, permitiéndole así enmarcar tanto los juicios de forma afirmativa como negativa bajo una única clase (ya que los estados de cosas son a la vez determinativos y negativos o excluyentes). Pero precisamente porque la necesidad causal, conexa con el movimiento transitivo, no se expresa de un modo predicativo, no emprende temáticamente su tratamiento dentro de los estados de cosas extramentales (son de mencionar las consideraciones complementarias de Ingarden a este propósito).
Por su parte, el análisis fenomenológico del tránsito de la percepción al juicio anticipa el que llevaría a cabo Husserl en Experiencia y juicio y en Lógica formal y trascendental, como paso del recubrimiento por deslizamiento entre dos términos a la intencionalidad activa específica del juicio, que transforma la identificación pasiva en una toma de posición afirmativa. Pero Reinach añade que las divisiones clásicas entre los tipos de juicios (como personales e impersonales, apodícticos y contingentes, o afirmativos y negativos) remiten a unas conexiones internas a los estados de cosas reales sobre los que los juicios lógicos versan.
En tercer lugar, las Lecciones éticas no se quedan en la dilucidación fenomenológica de la noción de valor, sino que prosiguen en los estados de cosas a que apunta en su ejercicio la razón práctica, justamente a través de un detenido examen de la deliberación, como proceso discursivo que pone en relación los valores que la propia deliberación descubre con el estado de cosas nuevo que nace con la decisión en que desemboca la deliberación.
Por último, su obra más elaborada es Los fundamentos aprióricos del derecho civil. En ella hace uso de dos modelos de análisis ya adoptados por Urbano FERRER: Adolf Reinach. Las Ontologías regionales, Husserl: el de las partes no-independientes en los todos provistos de estructura y el que se refiere a la relación entre actos fundantes y actos fundados, que permite a Husserl acceder a los actos no objetivantes, como las tomas de posición valorativas, el preguntar o las voliciones. Sin embargo, Reinach pone uno y otro esquema al servicio de la aclaración de aquellos actos cuya peculiaridad está en crear un estado de cosas nuevo, constituido por la correlación entre pretensión (Anspruch) y vinculación (Verbindlichkeit) por cada una de las partes en los actos sociales. Es un estudio que atiende de modo especial al prometer como caso peculiar y al derecho de propiedad en su relación con los actos sociales. Esta vía de análisis ha abierto el diálogo entre la Fenomenología y otras corrientes de Filosofía del lenguaje.

Esta aportación se sitúa en continuidad con los estudiosos de lengua hispana, anglosajona y alemana que se han internado en los últimos años en la obra de Reinach.

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