lunes, 11 de noviembre de 2013

Evolucionismo Social


Inspirada en la idea de progreso de la Ilustración, el evolucionismo social se convierte en un concepto popular en el siglo XIX. El positivismo de Auguste Comte, que divide la historia en estadios teológico, metafísico y positivista (abierto éste último por la ciencia moderna), fue una de las más influyentes doctrinas del progreso. La interpretación wigh de la historia, asociada con intelectuales británicos de las eras victoriana y eduardiana, como Henry Maine o Thomas Macaulay, dan un ejemplo de tal influencia, que mira la historia humana como un progreso: desde el salvajismo y la ignorancia; hacia la paz, la prosperidad y la ciencia. Maine describe la dirección del progreso como delestamento al contrato: desde un mundo en el que la futura vida de un niño está predeterminada por las circunstancias de su nacimiento, hacia una de movilidad y oportunidades.
La publicación de El Origen de las Especies de Darwin en 1859 puso en el debate intelectual el concepto de la evolución. Rápidamente fue trasplantado de su campo original, la biología, al campo social con las teorías del darwinismo socialHerbert Spencer, que acuñó el término la supervivencia del más apto o Lewis Henry Morgan en Ancient Society (1877) desarrollaron teorías evolucionistas independientemente de los trabajos de Darwin, que fueron más tarde interpretados como darwinismo social. Estas teorías de evolución no lineal del siglo XIX proponían que las sociedades comenzaban en un estado primitivo y gradualmente se convertían en más civilizadas con el tiempo, igualando la cultura y tecnología de la civilización occidental con el progreso.
Ernst Haeckel formuló su teoría de la recapitulación en 1867, que proponía que la ontogenia recapitula la filogenia: la formación embrionaria de cada individuo reproduce la evolución de la especie. Aplicado a la formación de la persona, un niño pasaría por todos los pasos desde la sociedad primitiva hasta la sociedad moderna. Haeckel no apoyaba la teoría darvinista de la selección natural, sino más bien la lamarckista de la herencia de los caracteres adquiridos.
Para otros, el progreso no es necesariamente positivo. Arthur Gobineau (Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, 1853-1855) hace una decadente descripción de la evolución de la raza aria, que estaría desapareciendo por degeneración. La obra de Gobineau tuvo una gran popularidad en el autodenominado racismo científico.
Tras la Primera Guerra Mundial, incluso antes de recibir las duras críticas de Herbert Butterfield, la interpretación wigh de la historia se había quedado obsoleta. Paul Valérydecía Nosotras, las civilizaciones, nos sabemos ya mortales. No obstante, la idea de progreso no desaparece completamente: a finales del siglo XX Francis Fukuyamapropuso una noción similiar (El final de la historia, 1992), concibiendo la democracia liberal como el fin de la historia, basándose en una lectura kojeviana de laFenomenología del Espíritu de Hegel. Influyente al tiempo de su publicación, tras la caída de los regímenes comunistas, los conflictos internacionales posteriores, entre los que destaca sobre todo el que se produce entre las culturas islámica y occidental han puesto quizá más de moda la visión del Choque de Civilizaciones de Samuel Huntington.
La validez del héroe en los estudios históricos[editar · editar código]             
Tras Hegel, que insistió en el papel de los grandes hombres en la historia, con su famoso comentario sobre Napoleón (vi al Espíritu sobre su caballo), Thomas Carlyleargumentó que la historia era la biografía de unos pocos individuos centrales, los héroes, como Oliver Cromwell o Federico el Grande (La historia del mundo no es sino la biografía de los grandes hombres). Sus héroes son figuras políticas y militares, los fundadores o líderes de los estados. Su historia de los grandes hombres, genios del bien o del mal, tiende a organizar el cambio como la llegada de la grandeza. A finales del siglo XX ya ha quedado muy desprestigiada la posición de Carlyle, y pocos se atreverían a defenderla. La mayor parte de los filósofos de la historia proponen que las fuerzas motrices de la historia se pueden describir sólo con una lente de mayor aumento que la usada para los retratos. No obstante, la teoría de los Grandes Hombres se hizo popular con los historiadores profesionales del siglo XIX, siendo buen ejemplo la Encyclopedia Britannica en su undécima edición (1911, muy usada en wikipedia por haber caducado su copyright), que contiene detalladas biografías de los grandes hombres de la historia. Por ejemplo, para informarse sobre el Periodo de las Migraciones, basta con leer la biografía de Atila el Huno.
Tras la concepción marxista del materialismo histórico basado en la lucha de clases, que pone atención por primera vez en la importancia de los factores sociales, como laeconomía, en la historia, Herbert Spencer escribió: Se debe admitir la génesis del gran hombre depende de la larga serie de complejas influencias que ha producido la raza en la que aparece y el estado social en que esta raza ha ido formando lentamente... Antes de aquél pueda rehacer su sociedad, esta sociedad debe hacerse a sí misma.
La Escuela de Annales, fundada por Lucien Febvre y Marc Bloch, fue uno de los pasos fundamentales en el abandono de la historia centrada en los sujetos individuales para concentrarse en la geografíaeconomíademografía y otras fuerzas sociales. La obra de Fernand Braudel sobre el Mediterráneo entendido como el verdadero héroe de la historia, la historia del clima de Le Roy Ladurie, etc, estarían inspirados por esta escuela.
Preguntas planteadas en filosofía de la historia[editar · editar código]
¿Tiene la historia un sentido teleológico?[editar · editar código]
La teodicea reclama para la historia una dirección que conduce a un final escatológico, dado por un poder superior. No obstante su sentido teleológico trascendental puede verse como inmanente a la misma historia humana. Puede decirse que Marx, como Auguste Comte, posee una concepción teleológica inmanente de la historia; aunqueAlthusser ha argumentado que la discontinuidad es un elemento esencial del materialismo dialéctico de Marx, lo que incluye al materialismo histórico. Pensadores comoNietzscheFoucaultDeleuze o el propio Althusser, niegan cualquier sentido teleológico a la historia, caracterizando a ésta mejor a través de la discontinuidad, la ruptura y la variedad de escalas en el tiempo histórico, como ha demostrado la Escuela de Annales, particularmente Fernand Braudel. La historia puede ser definida como la ciencia del cambio en el tiempo.
Las escuelas de pensamiento influenciadads por Hegel y Marx ven la historia como progresiva, aunque ven el progreso como la manifestación de una dialéctica, en la que factores que operan en direcciones opuestas se sintetizan a través del tiempo. De esta forma, la historia puede verse mejor como dirigida por un Zeitgeist (espíritu del tiempo), cuyas huellas pueden verse al mirar al pasado. Hegel creía que la historia empujaba al hombre hacia la civilización, y algunos le atribuyen la creencia de que el Estado prusiano encarnaba el final de la historia. En sus Lecciones sobre filosofía de la historia, explica que la filosofía de cada época de algún modo es la filosofía del Todo; no es una subdivisión del Todo pero sí este Todo aprehendido en sí mismo de un modo específico (sic).
Marx adaptó la dialéctica de Hegel para desarrollar el materialismo dialéctico. Vio cómo la lucha de tesis y antítesis y sus síntesis resultantes tenían siempre lugar en el terreno material y económico. La aportación central del materialismo histórico es que la historia muestra progreso, no de forma lineal sino acumulativa, y que la causa de ese progreso es la lucha por la posesión y control de los medios de producción. Las ideas e instituciones políticas serían el resultado de la producción material y las condiciones de la distribución y el consumo. Para Marx, la continua batalla entre fuerzas opuestas dentro de los modos de producción conduce inevitablemente a cambios revolucionarios, y a la larga al comunismo, que sería la recreación final de un estado literalmente pre-histórico. Tanto Hegel como Marx son teleológicos en su concepción de la historia: ambos creen que la historia es progresiva y dirigida a un fin particular. La historia de los medios de producción, por tanto, es la estructura de la historia, y cualquier otra cosa, incluyendo la discusión ideológica sobre la historia misma, constituye la superestructura.
¿Es siempre el vencedor el que escribe la historia?[editar · editar código]
De acuerdo con el discurso político histórico de la lucha racial analizada por Michel Foucault en su curso de 1976-1977 La Sociedad debe ser Defendida, se suele argumentar que los vencedores de una lucha social (el conflicto puede basarse en cualquier elemento social: lucha racial, nacional o de clases) usa su predominio político para suprimir la versión de los hechos históricos de sus derrotados adversarios a favor de su propia propaganda, lo que puede llevar incluso al revisionismo histórico. Walter Benjamin también consideraba que los historiadores marxistas debían tomar un punto de vista radicalmente diferente del punto de vista idealista y burgués, en un intento de crear una especie de historia desde abajo, que sería capaz de concebir una concepción alternativa de la historia, no basada, como en la historiografía clásica, en el discurso filosófico y jurídico de la soberanía.
Un ejemplo clásico de la historia escrita por los vencedores es la información conocida de los cartagineses. Los historiadores romanos atribuyen a sus seculares enemigos crueldades sin cuento, incluyendo sacrificios humanos, que no se puede contrastar con la otra versión de la historia.
De modo similar, sólo se tiene la versión cristiana de cómo el cristianismo llegó a ser la religión dominante de Europa, pero no la versión pagana. Se conoce la versión europea de la conquista de América, pero no la de los nativos. Heródoto cuenta la versión griega de las guerras médicas, pero no se conoce la persa.

Un posible contraejemplo es la Guerra de Secesión, de la que los perdedores sudistas han publicado más información que los vencedores, hasta dominar la percepción nacional de la historia (los generales confederados Lee y Jackson son tenidos por superiores a sus adversarios, y películas como Lo que el viento se llevó o El nacimiento de una nación han fijado visual y sentimentalmente el punto de vista del Sur en el imaginario colectivo). Se podría argumentar de manera inversa, es decir que que quien escribe la historia es quien venció.

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