Aristóteles fue un
pensador con espíritu empirista,
es decir que buscó fundamentar el conocimiento humano en la experiencia. Una de
las primeras preocupaciones fue encontrar una explicación racional para el
mundo que lo rodeaba.
- Los presocráticos se
percataron de que lo que nos rodea es una realidad diversa que se halla en
continua y perpetua transformación.
- Heráclito de Éfeso considera
que todo se halla en perpetuo cambio y transformación; el movimiento es la
ley del universo.
- Parménides,
al contrario, opina que el movimiento es imposible, pues el cambio es el
paso del ser al no ser o la inversa, del no ser al ser. Esto es
inaceptable, ya que el no ser no existe y nada puede surgir de él.
- Platón, supone una especie
de síntesis, es decir, una unión o una suma de estas dos concepciones
opuestas: la de Heráclito y Parménides. Por un lado tenemos el mundo sensible, caracterizado
por un proceso constante de transformación y, por el otro, tenemos
el mundo abstracto y
perfecto de las Ideas, caracterizado por la eternidad y
la incorruptibilidad.
Aristóteles
entiende el cambio y el movimiento como «el paso de lo que está en potencia a
estar en acto»,
por la acción de las causas.
Hay cuatro causas: formal que
constituye la esencia como forma de la sustancia; material como
soporte de la forma y al no tener forma es pura potencia de ser (propiamente,
al no tener ninguna determinación, no es nada); eficiente,
que produce el movimiento; final que dirige el movimiento hacia un fin, la
perfección de la forma. Por ello la Naturaleza se explica según una teleología de
la forma que tiende a la perfección de su contenido.
La filosofía
primera
En el comienzo
mismo del libro IV de la Metafísica aparece
formulada la conocida declaración enfática según la cual «hay una ciencia que
estudia lo que es, en
tanto que algo que es y
los atributos que, por sí mismo, le pertenecen» (IV, 1003a21–22).
Inmediatamente añade Aristóteles que tal ciencia «no se identifica con ninguna
de las ciencias particulares, sino que posee el objeto de estudio más extenso y
menos comprensible que pueda existir: el ser».
En efecto, ninguna
de las ciencias particulares se ocupa «universalmente de lo que es», sino que
cada una de ellas secciona o acota una parcela de la realidad ocupándose
de estudiar las propiedades pertenecientes a esa parcela previamente acotada
(ib.1003a23–26).
Aristóteles
propone, pues, la ontología como
un proyecto de ciencia con
pretensión de universalidad, aquella universalidad que parece
corresponder al estudio de lo que es, en tanto que algo que es, sin más, y no en tanto que es, por
ejemplo, fuego, número o línea (IV 2, 1004b6), en cuyo caso nos habríamos
situado ya en la perspectiva de una ciencia particular (la física, la
aritmética y la geometría, respectivamente).
La constitución de
semejante ciencia tropieza inmediatamente, sin embargo, con una dificultad
sustantiva y radical. Y es que la omnímoda presencia, explícita o virtual, del
verbo ser (eînai) y de su participio ente (òn) en nuestro discurso acerca
de la realidad no garantiza la
unidad de una noción que responda, a su vez, a la unidad de un
objeto susceptible de tratamiento unitario y coherente. Sin unidad de objeto no
hay unidad de ciencia y sin unidad de noción no hay unidad de objeto.
Aristóteles es
plenamente consciente de esta dificultad. Frente a Parménides y
frente a Platón, Aristóteles reconoce la polisemia del verbo ser en
sus distintos usos y aplicaciones.
Así, el capítulo
siguiente (IV 2) comienza estableciendo la tesis de que «la expresión 'algo
que es' se dice en
muchos sentidos»: tò ón légetao
pollachôs (1033a33), tesis a la cual nunca renuncia Aristóteles.
Más bien, a su juicio toda reflexión acerca del lenguaje y acerca de la
realidad ha de partir necesariamente de la constatación y del reconocimiento de
este hecho incuestionable.
La aporía a
la que se enfrenta Aristóteles, como ha señalado acertadamente Pierre
Aubenque, proviene, en definitiva, del
mantenimiento simultáneo de tres tesis cuya
conjunción resulta abiertamente inconsistente:
- «Hay una ciencia» de lo que
es, en tanto que algo que es
- Solamente puede haber unidad
de ciencia si hay univocidad, «si hay unidad de género»
- La expresión «lo que es»
carece de univocidad, «'lo que es' no constituye un género»
Es obvio que la
conjunción de estas tesis, vistas como un conjunto, es lógicamente inviable.
Aristóteles trató
de encontrar una salida que, en realidad, pasa por la matización de las dos
primeras de las tesis enunciadas.
La matización de la
segunda tesis es de capital importancia: Ser no
comporta, desde luego, una noción unívoca, sino multívoca. No obstante
puntualizará Aristóteles, su
multivocidad no es tampoco la de la pura equivocidad u homonimia; entre
ambos extremos está la analogía.
Entre los distintos
sentidos de 'ser' y 'lo que es' existe una cierta conexión que Aristóteles compara con la conexión
existente entre las distintas aplicaciones del término 'sano'.
'Sano' se dice, al
menos, del organismo, del color, de la alimentación y del clima, y en cada caso
se dice de un modo distinto:
- del organismo porque se da la salud
- del color porque es síntoma de salud
- de la alimentación y del
clima porque, cada cual a su modo, son favorables a la salud
Pero en todos estos
casos hay una cierta conexión: la
referencia, en todos y cada uno de ellos, a lo mismo, a la salud.
Así ocurre, a
juicio de Aristóteles, con el verbo ser y
con su participio, 'lo que es', como se explica en el siguiente texto:
de
unas cosas se dice que son por ser entidades (ousíai), de otras por ser afecciones de la
entidad, de otras por ser un proceso hacia la entidad, o bien corrupciones o
privaciones o cualidades o agentes productivos o agentes generadores ya la
entidad ya de aquellas cosas que se dicen en relación con la entidad, o bien
por ser negaciones ya de alguna de estas cosas ya de la entidad
Aristóteles (IV 2,
1003b6–10)
Las diversas
significaciones de 'lo que es' poseen, por tanto, la unidad peculiar que
adquiere una multiplicidad en virtud de su referencia común a algo uno (pròs hén), la referencia a una
misma cosa (en el ámbito de lo real) y a una misma noción o significado (en el
ámbito del lenguaje): referencia a la salud en el ejemplo utilizado y referencia a laentidad (ousía) en el caso de la
indagación ontológica.
Semejante forma de
unidad comporta, pues, un término (y una noción) fundamental que es primero y que es universalen la medida en que siempre
se halla referido o supuesto en cualquier uso del verbo ser:
- «una única naturaleza» (mían tinà phýsin: 1003a34)
- un único principio (arché)
«así
también 'algo que es' se dice en muchos sentidos, pero en todos los casos en
relación con un único principio»
Aristóteles
(1003b5–6)
En consonancia con
esta interpretación matizada de la polisemia de ser y
'lo que es', Aristóteles matiza también la segunda tesis a que más arriba nos
referíamos, es decir, la tesis que solamente puede haber ciencia, unidad de
ciencia, si hay univocidad, si hay unidad de género.
Aun cuando no sea
genérica en sentido estricto, la
unidad de referencia posibilita también la unidad de una ciencia:
«corresponde,
en efecto, a una única ciencia estudiar, no solamente aquellas cosas que se
denominan según un solo significado, sino también las que se
denominan en relación con una sola naturaleza, pues éstas se denominan también
en cierto modo, según un solo significado. Es, pues, evidente que el estudio de
las cosas que son, en tanto que cosas que son, corresponde también a una sola
ciencia»
Aristóteles (IV 2,
1003b12–16)
Por lo demás, y
puesto que en tales casos hay siempre algo que es primero (el término común de la referencia, la entidad o ousía en nuestro caso), es
lógico que la ciencia así constituida se ocupe de manera prioritaria y
fundamental de aquello que es primero:
«ahora
bien, en todos los casos la ciencia se ocupa fundamentalmente de lo primero, es
decir, de aquello de que las demás cosas dependen y en virtud de lo cual
reciben la denominación correspondiente. Por tanto, si
esto es la entidad, el filósofo debe hallarse en posesión de los principios y
las causas de las entidades'»
Aristóteles
(ib. 1003b16–19)
La filosofía
primera, luego llamada metafísica,
es la ciencia más general, por ser la ciencia del ser en cuanto ser (ontología).
Aristóteles la llama filosofía primera o la teología y
es identificada por él con la sabiduría (sofía), de la que habla también en el
libro quinto de la Ética
nicomáquea.
Ya en el VIII libro
de la Física, Aristóteles
habla del primer moviente inmóvil del universo, del que afirma que es
inmaterial, que no padece ningún cambio y que es el principio físico del mundo.
Por no ser material, él mismo no es algo físico (Phys., II, 7, 198 a 36). Después, en el libro XII (Lambda) de la Metafísica,
Aristóteles aboga por la existencia de un ser divino y parece identificarlo con
el «primer motor inmóvil».
Lo particular es que en este lugar, además, dice que mueve como lo conocido y
lo amado, a partir de lo cual se ha entendido que significa un fin apetecido y
remoto de todos los seres del mundo, que desean participar de la perfección.
Además, en el capítulo décimo de ese libro se asegura que es el responsable de
la unidad del mundo y de su orden. Esto, unido a que en el capítulo noveno
habla de Dios como «entendimiento que se entiende a sí mismo» ha llevado a
muchos autores a hablar de Providencia.9
Existen además otros motores, como son los motores inteligentes de los planetas y las estrellas (Aristóteles sugería que el número de éstos era de «55 ó 47», según dice en Metaph. XII, 8). Éstos parecen ser dioses, pero todo hace suponer que sean sustancialmente diversos de Aquel primero, que merecería ser identificado con el que el hombre contemporáneo entiende por Dios.
Existen además otros motores, como son los motores inteligentes de los planetas y las estrellas (Aristóteles sugería que el número de éstos era de «55 ó 47», según dice en Metaph. XII, 8). Éstos parecen ser dioses, pero todo hace suponer que sean sustancialmente diversos de Aquel primero, que merecería ser identificado con el que el hombre contemporáneo entiende por Dios.
La sustancia
Lo que es, es lo
que Aristóteles denomina ousía.
La palabra fue luego traducida por los romanos como «substancia»
(lo sub-estante, lo que subyace, lo que sostiene). También se ha traducido como
«entidad».10
Aristóteles
distingue una substancia que llama primera, la sustancia individual (la única
que tiene existencia real), aquella que no se predica de un sujeto, ni está en
un sujeto, de la substancias segundas, aquellas que se predican de las
substancias primeras, tal como la especie y el género.11
Así Sócrates como hombre individual
es una sustancia primera, y hombre es
su especie, o sea que es una sustancia segunda.
Aristóteles
aplicará el hilemorfismo a
su concepto del hombre, que es entendido como un compuesto único formado por
un alma como
forma de un cuerpo, siendo su particularidad del alma humana su razón.
Por ello la definición del hombre es: "El hombre es un animal
racional", siguiendo el modelo de definición,
que ha pasado a la historia durante siglos como modelo de definición lógica y
clasificación de los seres: género más diferencia
específica.
Lógica
Aristóteles es
ampliamente reconocido como el padre fundador de la lógica.12 Sus
trabajos principales sobre la materia, que tradicionalmente se agrupan bajo el
nombre Órganon («herramienta»),
constituyen la primera investigación sistemática acerca de los principios del razonamiento válido o
correcto.4 Sus
propuestas ejercieron una influencia sin par durante más de dos milenios,12 a
tal punto que en el siglo XVIII, Immanuel
Kant llegó a afirmar:
Que desde los
tiempos más tempranos la lógica ha transitado por un camino seguro puede verse
a partir del hecho de que desde la época de Aristóteles no ha dado un solo paso
atrás. [...] Lo que es aun más notable acerca de la lógica es que hasta ahora
tampoco ha podido dar un solo paso hacia adelante, y por lo tanto parece a
todas luces terminada y completa.
Crítica de la razón pura,
B, vii
Los silogismos

La noción central
del sistema lógico de Aristóteles es el silogismo (o
deducción, sullogismos).13 Un
silogismo es, según la definición de Aristóteles, «un discurso (logos)
en el cual, establecidas ciertas cosas, resulta necesariamente de ellas, por
ser lo que son, otra cosa diferente».14 Un
ejemplo clásico de silogismo es el siguiente:
- Todos los hombres son
mortales.
- Todos los griegos son
hombres.
- Por lo tanto, todos los
griegos son mortales.
En este ejemplo,
tras establecer las premisas (1)
y (2), la conclusión (3) se sigue
por necesidad. La noción de
silogismo es similar a la noción moderna de argumento deductivamente válido,
pero hay diferencias.15
La silogística
En los Primeros
analíticos, Aristóteles construyó la
primera teoría de la inferencia válida.16 Conocida
como lasilogística, la teoría
ofrece criterios para evaluar la validez, o no, de ciertos tipos muy
específicos de silogismos, lossilogismos categóricos.16 Para
definir lo que es un silogismo categórico, primero es necesario definir lo que
es unaproposición categórica.
Una proposición es categórica si tiene alguna de las siguientes cuatro formas:
- Todo S es P.
- Ningún S es P.
- Algunos S son P.
- Algunos S no son P.
Cada proposición
categórica contiene dos términos:
un sujeto (S) y un predicado (P). Un silogismo es categórico si está compuesto
por exactamente tres proposiciones categóricas (dos premisas y una conclusión),
y si ambas premisas comparten exactamente un término (llamado el término medio), que además no está
presente en la conclusión. Por ejemplo, el silogismo mencionado más arriba es
un silogismo categórico. Dadas estas definiciones, existen tres maneras en que
el término medio puede estar distribuido entre las premisas. Sean A, B y C tres
términos distintos, luego:

Primera figura
|
Segunda figura
|
Tercera figura
|
||||
Sujeto
|
Predicado
|
Sujeto
|
Predicado
|
Sujeto
|
Predicado
|
|
Premisa
|
A
|
B
|
A
|
B
|
A
|
C
|
Premisa
|
B
|
C
|
A
|
C
|
B
|
C
|
Conclusión
|
A
|
C
|
B
|
C
|
A
|
B
|
Aristóteles llama a
estas tres posibilidades figuras.17 El
silogismo mencionado más arriba es una instancia de la primera figura. Dado que
cada silogismo categórico consta de tres proposiciones categóricas, y que
existen cuatro tipos de proposiciones categóricas, y tres tipos de figuras,
existen 4 × 4 × 4 × 3 = 192 silogismos
categóricos distintos. Algunos de estos silogismos son válidos, otros no. Para
distinguir unos de otros, Aristóteles parte de dos silogismos categóricos que
asume como válidos (algo análogo a las actuales reglas de inferencia),
y demuestra a partir de ellos (con ayuda de tres reglas de conversión),
la validez de todos y sólo los silogismos categóricos válidos.16
Otros aportes a la
lógica
Además de su teoría
de los silogismos, Aristóteles realizó una gran cantidad de otros aportes a la
lógica. En la parte IV (Gamma) de la Metafísica,
Aristóteles enunció y defendió el famoso principio de no contradicción.18 En De la interpretación se encuentran
algunas observaciones y propuestas de lógica
modal, así como una controversial e
influyente discusión acerca de la relación entre el tiempo y
la necesidad.19 Aristóteles
también reconoció la existencia e importancia de los argumentos inductivos,
en los cuales se va «de lo particular a lo universal», pero dedicó poco espacio
a su estudio.20
Ética
Existen tres
grandes obras sobre ética atribuidas
a Aristóteles: la Ética
nicomáquea, que consta de diez libros;
la Ética eudemia,21 que
consta de siete libros (tres de los cuales, los libros IV-VI, coinciden con
otros tres libros de la Ética
nicomáquea, los libros V-VII); y la Magna Moralia (Gran ética), de la cual todavía se duda si fue
escrita por él o por un recopilador posterior.
Según el filósofo,
toda actividad humana tiende hacia algún bien. Así, se da un teleologismo,
identificando el fin con el bien. La ética de Aristóteles es una ética de
bienes porque él supone que cada vez que el hombre actúa lo hace en búsqueda de
un determinado bien. El bien supremo es la felicidad (véase: eudemonismo),
y la felicidad es la sabiduría (el desarrollo de las virtudes, en particular la
razón).
- Fin: La finalidad o motivo
de una acción.
- Fin Medio o Imperfecto: Es
aquel fin que se quiere por otra cosa y no por sí mismo.
- Fin Final o Perfecto: Es
aquél fin que se quiere por sí mismo y no por otra cosa.
- Felicidad o eudaimonía: Es el Bien Supremo
del ser humano.
La actividad
contemplativa es la más alta de todas, puesto que la inteligencia es
lo más alto de cuanto hay en nosotros, y además, la más continua, porque
podemos contemplar con mayor continuidad que cualquier otra acción.
Aristóteles creía
que la libertad de elección del individuo hacía imposible un análisis preciso y
completo de las cuestiones humanas, con lo que las «ciencias prácticas», como
la política o la ética, se llamaban ciencias sólo por cortesía y analogía. Las
limitaciones inherentes a las ciencias prácticas quedan aclaradas en los
conceptos aristotélicos de naturaleza humana y autorrealización. La naturaleza
humana implica, para todos, una capacidad para formar hábitos,
pero los hábitos formados por un individuo en concreto dependen de la cultura y
de las opciones personales repetidas de ese individuo. Todos los seres humanos
anhelan la «felicidad», es decir, una realización activa y comprometida de sus
capacidades innatas, aunque este objetivo puede ser alcanzado por muchos
caminos.
La Ética nicomáquea es un análisis
de la relación del carácter y la inteligencia con la felicidad. Aristóteles
distinguía dos tipos de «virtud»
o excelencia humana: moral e intelectual. La virtud moral es una expresión del
carácter, producto de los hábitos que reflejan opciones repetidas. Una virtud
moral siempre es el punto medio entre dos extremos menos deseables. El valor,
por ejemplo, es el punto intermedio entre la cobardía y la impetuosidad
irreflexiva; la generosidad, por su parte, constituiría el punto intermedio
entre el derroche y la tacañería. Las virtudes intelectuales, sin embargo, no
están sujetas a estas doctrinas de punto intermedio. La ética aristotélica es
una ética elitista: para él, la plena excelencia sólo puede ser alcanzada por
el varón adulto y maduro perteneciente a la clase alta y no por las mujeres,
los niños, los «bárbaros» (literalmente, 'balbuceantes': significando los
no–griegos) o «mecánicos» asalariados (trabajadores manuales, a los cuales
negaba el derecho al voto).
Virtudes

Aristóteles sostuvo
lo que hoy se llama una ética de virtudes.
Según Aristóteles, las virtudes más importantes son las virtudes del alma,
principalmente las que se refieren a la parte racional del hombre. Aristóteles
divide la parte racional en dos: el intelecto y la voluntad. Cuando el
intelecto está bien dispuesto para aquello a lo que su naturaleza apunta, es
decir para el conocimiento o posesión de la verdad,
decimos que dicho intelecto es virtuoso y bueno. Las virtudes intelectuales
perfeccionan al hombre en relación al conocimiento y la verdad y se adquieren
mediante la instrucción. A través de las virtudes, el hombre domina su parte
irracional.
Existen dos clases
de virtudes: virtudes éticas y virtudes dianoéticas. Ambas expresan la
excelencia del hombre y su consecución produce la felicidad,
ya que ésta última es "la actividad del hombre conforme a la virtud".
Las virtudes éticas
son adquiridas a través de la costumbre o el hábito y consisten,
fundamentalmente, en el dominio de la parte irracional del alma (sensitiva)
y regular las relaciones entre los hombres. Las virtudes éticas más importantes
son: la fortaleza, la templanza, la justicia.
Las virtudes
dianoéticas se corresponden con la parte racional del hombre, siendo, por ello,
propias del intelecto (nous) o
del pensamiento (nóesis). Su
origen no es innato, sino que deben ser aprendidas a través de la educación o
la enseñanza. Las principales virtudes dianoéticas son la inteligencia
(sabiduría) y la prudencia.
- La templanza es
el Punto medio entre
el libertinaje y la insensibilidad. Consiste en la virtud de la moderación
frente a los placeres y las penalidades.
- La valentía es
el punto medio entre el miedo y la temeridad.
- La generosidad es
el punto medio entre el uso y posesión de los bienes. La prodigalidad es
su exceso y la avaricia su defecto.
Prudencia:
el hombre prudente es aquel que puede reconocer el punto medio en cada
situación. Cuando uno hace algo virtuoso, la acción es buena de por sí. La
prudencia no es ni ciencia ni praxis, es una virtud.
La definición
tradicional de justicia consiste en
dar a cada uno lo que es debido. Según Aristóteles, existen dos clases de
justicia:
- La justicia distributiva,
que consiste en distribuir las ventajas y desventajas que corresponden a
cada miembro de una sociedad, según su mérito.
- La justicia conmutativa, que
restaura la igualdad perdida, dañada o violada, a través de una
retribución o reparación regulada por un contrato.
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